Catástrofe emocional | Por: Roberto Hernández Montoya

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El apagón de la Casa Blanca fue una catástrofe simbólica para la derecha, y encima Trump encunetado en su búnker. Porque ¿para qué apagó la luz? ¿Cuál era el plan? ¿Que no lo vieran? ¿Y cuando amaneciera? O sea, el saco de metras rodando escaleras abajo.

José Ortega y Gasset decía que al salir de casa contamos con la calle, sólida, firme, categórica. Imagina la catástrofe simbólica si salimos y la calle no está. La derecha y sobre todo la ultraderecha siempre contaron con la Casa Blanca, han refugiado su cimiento ideológico en ese Partenón Imperial. Un principio, que no tiene antecedente, decía Platón. Pues bien, ver apagarse esa casa blanca para verla súbitamente negra ha debido ser un derrumbe emocional. Y encima su líder absoluto hundido en un búnker es casi tan terminal como para los nazis fue el suicidio de Hitler en el búnker suyo, el original.

Pero con ser la peor, no es la única debacle simbólica: están también el ridículo de Rambo en las playas venezolanas, la llegada de la gasolina iraní, el control de la pandemia en Venezuela, ¿sigo? Tan cruel no soy. No frotaré sal en sus heridas.

Pero la mente tiene sus defensas, algunas de ellas son que la ebullición popular en los Estados Unidos es obra de Diosdado y Nicolás, del Foro de São Paulo, de Putin, de Xi Jinping, de Kim Jong-un, de la gasolina iraní, de los marcianos de Júpiter. Todo menos la causa real, es decir, la lucha de clases. Asilos de la ignorancia.

Cuentan que el rey Luis XVI el día de la Toma de La Bastilla asentó en su diario íntimo: «Nada». Según otra anécdota, probablemente apócrifa también, preguntó:

—¿Esto es una revuelta?

Le respondieron:

—No, Majestad, es una revolución.

La aristocracia francesa no entendió la Revolución. Todavía no la entiende y Luis XX es el rey.

El sifrinato hispano-venezolano del barrio rico de Salamanca en Madrid alega épicamente que el coronavirus no existe, pero lo hace con mascarillas. Precavido. Más coherente es Bolsonaro, que sale a caballo, épico también, y sin tapaboca. Como Trump, doquiera que esté. Así es la soberbia, embrutecedora.

La oposición sufre mucho.

 

ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA

@rhm1947

 

Publicado en ÚN.


 

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