El ensañamiento contra Venezuela ha sido total. La información más actualizada da cuenta de más de 450 «sanciones», en el marco del bloqueo contra el país, en un período de 6 años. Las consecuencias inmediatas de este cerco sistemático son equiparables a una catástrofe, desde el punto de vista de las principales variables económicas. Se ha desplomado el PIB, han caído las reservas internacionales y ha casi desaparecido el ingreso por exportaciones petroleras.
Obviamente, cuando se produce un ataque tan demoledor contra el aparato productivo y el sistema financiero de un país, esto tiene que tener efectos negativos en los indicadores sociales. Sin embargo, para la élite norteamericana, que diseñó toda esta macabra política eso no era suficiente. Había que ejecutar medidas específicas para impactar la salud del pueblo venezolano.
Y es que, quizás, la cara más espantosa de esta operación de asfixia financiera, solicitada servilmente por supuestos «venezolanos» como los señores: Juan Guaidó, Julio Borges y Leopoldo López, entre otros, ha sido el impacto tan negativo en los servicios sanitarios del Estado bolivariano. Ellos (Guaidó, Borges y López) han jugado muy bien su papel de malinches, sirviendo la patria en bandeja de plata a los intereses foráneos. Sin importarles que con esa traición atacaran directamente el derecho a la salud.
Lo peor de lo peor
Gente como Guaidó, Borges y López, representan lo peor de la clase política de extrema derecha. También responden a un patrón de conducta, descrito en los años 70 por el economista, Max Flores Díaz: están subordinados al poder transnacional, porque carecen de autonomía. Su única misión es facilitar el trasvase de recursos hacia la potencia de turno, garantizándose para sí una buena tajada, por los servicios de su traición.
Y vaya que les ha rendido beneficios. Borges está multimillonario en Bogotá, López escapó a España y se instaló en uno de los barrios más acomodados de Madrid, con toda su familia. Ninguno de los dos tiene oficio conocido y sin embargo viven a cuerpo de reyes. Mientras que Guaidó, aunque permanece en Venezuela, ha logrado amasar una fortuna personal, que ni en sus mejores sueños habría siquiera imaginado.
Pero toda acción genera una reacción. O lo que es lo mismo cada causa tiene un efecto. El fantástico enriquecimiento individual de estos «caballeritos», se ha dado a costa de la penuria para millones de connacionales. La población venezolana tiene que tener claro que el bloqueo financiero representa un crimen de lesa humanidad y como toda acción delictiva tiene victimarios y víctimas.
Crueldad infinita
Pero además, por parte de EE.UU. el bloqueo ha sido, como la define, el embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Samuel Moncada, una política de máxima crueldad. Con esta estrategia se ha perseguido la alimentación de los venezolanos y también su derecho a la oportuna atención médica.
Entre las víctimas directas de esta aberrante «política» se cuentan al menos 4 personas que se encontraban entre Italia y Argentina, para recibir trasplante de médula ósea y trasplante de riñón. Todo estaba listo para operarlos, se tenían los donantes y el Estado venezolano, por intermedio de un programa social de la casa matriz PDVSA, disponía de los recursos. Pero una orden de «arriba» de la Casa Blanca echó todo por tierra.
Como explica el viceministro de Políticas Antibloqueo, William Castillo, en este caso el Novo Bank se negó a transferir una porción ínfima del dinero de la República que tiene retenido ilegalmente (1 mil 500 millones de dólares). Al no disponerse de los fondos, no se pudo realizar la operación. Estas 4 personas, desgraciadamente, fallecieron. Sería interesante que Guaidó pudiera dar una explicación a los deudos de por qué no llegó el dinero, ¿Alguien puede dudar que estamos frente a un delincuente homicida?
Extenso prontuario
Pero, lamentablemente, el prontuario continúa engrosándose. Se ha negado a Venezuela el acceso a materia prima, medicinas y equipamiento médico. Como consecuencia del bloqueo por parte de la sociedad suiza de servicios financieros UBS, Venezuela no pudo sellar una transacción con la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Esa operación estaba destinada a la compra de vacunas, en el programa de inmunización 2017. Ello produjo un retraso de 4 meses en el sistema de vacunación de nuestros niños de 0 a 5 años de edad. “Esto tiene que impactar los indicadores de salud”, denuncia Castillo.
Como si fuera poco 450 mil pacientes diabéticos han resultado perjudicados por el bloqueo, del banco Citibank, a la compra de 300 mil dosis de insulina. Igualmente, se impidió la adquisición de 2 millones de unidades de tratamiento antimalárico.
El laboratorio BSN medical, con sede en Colombia se negó a despachar el referido medicamento contra la malaria, aún habiendo recibido el pago. Esa empresa que hizo la transacción fue sancionada poco después por EE.UU., según explica Castillo. “Después salen las ONGs a decir que en Venezuela repuntó la malaria, claro porque nos impiden traer el medicamento para combatirla”, explica.
Y el colmo de la maldad vino luego, con las «sanciones» a parte del medicamento requerido para atender la pandemia. Sancionaron a la empresa india que vendía al país el remdesivir, para combatir la covid-19.
«Hasta esos niveles llegan en medio de una pandemia cuando las Naciones Unidas han pedido al mundo que cesen los conflictos. Que cesen las guerras y las sanciones, al menos durante la pandemia, en ese contexto, EE.UU. llama, amenaza y sanciona a las empresas transnacionales que nos están vendiendo medicamentos», denuncia el viceministro.
Contra los niños y ancianos
En la misma tónica la transnacional Pfizer se negó a venderle al país medicamentos e insumos, para atender enfermedades crónicas, entre ellas el Parkinson, a personas trasplantadas, insumos para laboratorio y otros fármacos.
La empresa Euroclear retuvo más de 1.200 millones de dólares. Ello perjudicó la importación de un conjunto de compras de medicamentos y equipamientos para el sector salud. Se ha bloqueado la compra de inmunoderivados, específicamente la inmunoglobulina.
Y, el paroxismo de la crueldad: el bloqueo del Banco Santander de España a una transacción que estaba destinada a la compra de repuestos de equipos, para el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano, donde se operan gratuitamente a niñas y niños venezolanos y del mundo (de África, Perú, Colombia, Brasil, Chile y Asia, entre otras regiones).
Imperdonable
«Más de 800 intervenciones han tenido que ser suspendidas, por el bloqueo a una transacción para compra de repuestos por parte de un banco de España. Estos son los países que quieren <<ayudar>> a Venezuela y que dicen que hay una crisis humanitaria. Y que tienen que haber elecciones libres, para que ellos nos permitan usar nuestro dinero. Esta es la canallada política detrás del bloqueo”.
No cabe la menor duda de que el bloqueo ha llevado hasta niveles de paroxismo el ensañamiento contra todo un pueblo. La nueva Asamblea Nacional tendrá el reto fundamental de consolidar la paz política, para enrumbar la economía por un sendero de crecimiento.
Pero otra tarea vital del parlamento tiene que ser la reforma del estamento jurídico, para que nunca más los diputados de la República puedan convertir el Palacio Federal Legislativo en un antro de traición a la Patria. La población que saldrá masivamente a votar el 6 de diciembre no lo aceptaría y la historia, sencillamente, no lo perdonaría.