Apure es más que balas | Por: Carlos Arellán

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Con Apure y desde Apure están probando a Venezuela. Miden sus capacidades logísticas, sus recursos militares y su determinación política para defender el territorio. Pero además de todas esas cosas, también están probando cuán en guardia está la opinión pública interna.

Más allá de si la FANB ha sido efectiva en sus operaciones contra el narcoterrorismo colombiano en nuestro territorio; en los medios y redes sociales se despliega una artillería de contenidos que buscan persuadirnos de la idea inútil de luchar.

Voceros interesados y resonadores convencidos hace mucho tiempo de que este país es una «mierda»; se encargan de repetir la manida versión de que los irregulares son guerrillas de las Farc y que estos están en el país con la tolerancia del chavismo por una supuesta afinidad ideológica o por presuntamente ser parte de una misma corporación criminal del narcotráfico.

Estos replicadores de la desmoralización pintan las emboscadas en las que caen nuestros militares como la consecuencia de una impericia criminal que es el resultado de vender pollos y verduras; o despachan los sucesos como el justo merecido por ser los ‘cómplices del régimen’ o los ‘verdugos’ de inocentes estudiantes aplicados en las tareas de hacer guarimbas.

Con una andanada de mensajes buscan convencernos que es inútil combatir, que el adversario es poderoso; y que es un crimen deliberado enviar soldados a la frontera para proteger el territorio. Se trata de una afinada operación de guerra de cuarta de generación para la que usan a personas que no saben que la hacen.

Un repaso superficial por el concepto es útil para prevenirnos cuando asomamos la cara a los portales Webs y las redes sociales. Este tipo de conflicto busca apoderarse de nuestras mentes; instalar sus conceptos, manipular nuestras emociones y colocarnos del lado de los intereses del agresor. Quienes dirigen estás operaciones se encargan al mismo tiempo de descalificar a quienes la ven clarita, despachándoles de conspiranoicos, boots o agentes ideologizados del ‘régimen’.

Estas maniobras no son el resultado de un trabajo reciente sino la consecuencia de una tenaz campaña que durante años ha replicado que Venezuela es un santuario de guerrillas, narcoestado, una nómina de corruptos, flojos, aprovechadores, enchufados, pueblo ignorante sometido al clientelismo de una caja, un aliado de terroristas, violadores de los DDHH, todo un cuadro dantesco de una sucursal del infierno que bien merece ser arrasada.

Ese dibujo configurado por la propaganda está instalado en millones de personas dentro del país. Una masa importante que no es consciente que son víctimas de esa guerra de símbolos; y que han sido ganados para defender una causa en contra de sus propios intereses.

 

 


 

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