Venezuela: un país donde votar es algo cotidiano

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Si un sistema ha sido acusado, nacional e internacionalmente, de autoritario y de no conferirle importancia a la opinión de las mayorías, ese ha sido el de Venezuela. Sin embargo, paradójicamente, esta nación que alegremente tildan de «dictadura», ha celebrado en 20 años una abultada cifra de eventos comiciales. Bien se puede decir con toda certeza, que en revolución votar es algo cotidiano.

Y no se trata de una mera consigna, las cifras son contundentes. Entre los gobiernos del Comandante Hugo Chávez, primero y en la actualidad el primer mandatario, Nicolás Maduro Moros, se han celebrado 24 votaciones. Y vamos rumbo a la elección número 25, con las parlamentarias del 6 de diciembre de 2020.

Cuando realizamos una sencilla operación aritmética, obtenemos que en promedio durante el «régimen» chavista se han llevado a cabo 1,25 elecciones por año. Como ha dicho el articulista y conocido escritor venezolano, Roberto Hernández Montoya, Venezuela es un país que se la pasa haciendo elecciones.

Manda el pueblo

La opinión de la gente sí que importa y a cada rato el pueblo es convocado a votar para expresarse, mediante el sufragio directo, universal y secreto. El promedio anual de votaciones realizadas en revolución más que duplica a la etapa cuarto republicana en la mitad del tiempo. Se concluye que en el bipartidismo adeco-copeyano votar no era algo tan cotidiano, a pesar de que en el imaginario colectivo interno y externo, Venezuela gozaba de una «excelente» reputación.

En efecto, en 40 años de bipartidismo se celebraron 12 elecciones (8 presidenciales y 4 regionales). Era el bipartidismo un sistema marcadamente presidencialista, y sólo después de más de 20 años de vigencia, abrió una compuerta a la mayor participación con las primeras elecciones regionales de 1989.

Asimismo, ya en su fase de decadencia, el bipartidismo despertaba un rechazo mayoritario. Entonces, los elevados niveles de abstención marcaban la pauta. La historia ha sido otra en revolución. El fenómeno Chávez, su ideal de reivindicación para los desposeídos y su fuerte carisma permitieron repolitizar de forma significativa el escenario electoral y sociopolítico.

Nueva Constitución

Desde la primera Asamblea Constituyente de 1999, para refundar las bases de la República y aprobar una nueva Constitución Nacional, la revolución no ha parado de hacer historia. Se han realizado elecciones presidenciales, regionales, municipales, legislativas, referendos varios y hasta una segunda Constituyente. En la gran mayoría de los casos con elevados niveles de participación popular.

Pero además en materia de derechos políticos, la democracia venezolana ya no es sólo representativa. Ahora obedece a una concepción participativa y protagónica, donde el pueblo es quien ejerce la soberanía, bajo la figura del Poder Popular.

Esta historia ha tenidos varios hitos. El fundante fue la elección Constituyente de 1999, donde el chavismo se impuso con un aplastante 87,8% de preferencia. Luego, apenas unos años más tarde se celebraría el primer referendo revocatorio de mandato presidencial. Fueron unos comicios inéditos en la historia política venezolana y probablemente del mundo democrático.

Era la primera vez que un mandatario en funciones se sometía al escrutinio de la gente para ver si permanecía en el poder o debía abandonar el cargo por la desaprobación popular. Esta fue una conquista introducida con el proceso constituyente de 1999. El Comandante Chávez salió airoso aquel año 2004 con cerca del 60% de los votos.

Enmienda constitucional

Luego tras ganar el referendo constitucional en 2009, para realizar una enmienda a la Constitución Bolivariana, el Comandante Chávez se presentó a las presidenciales de 2012 para un tercer mandato. Fue un evento de vida o muerte para la continuidad de la Revolución. Aquejado de una terrible enfermedad, el líder bolivariano realizó una campaña épica. Y nuevamente obtuvo un amplio respaldo de la población. Pero luego el mal que lo aquejaba avanzaría, hasta provocar su lamentable fallecimiento el 5 de marzo de 2013.

Le correspondió al dirigente sindical, político y diplomático venezolano, Nicolás Maduro, asumir el testigo. La masa de población que apoya al chavismo se debatía entre la profunda tristeza y la incertidumbre por la pérdida de su líder fundamental. No obstante, Maduro supo aglutinar a los votantes en torno a la continuidad del proyecto revolucionario. Pese al poco tiempo para realizar su campaña electoral salió airoso.

Luego se volvió a medir en elecciones presidenciales en el año 2018. Ya se había conjurado la amenaza violenta de las prolongadas guarimbas de 2017. En medio de las dificultades por el saboteo económico, Nicolás Maduro, empleó un discurso incluyente para conquistar a la mayoría del electorado. Con el lema de Juntos todo es posible, le sacó una diferencia de más de 4 millones de votos a su más cercano contendor, Henri Falcón.

En la actualidad el desafío no es menos trascendental. Las elecciones parlamentarias de 2020, dibujan en el horizonte un reto crucial para el proceso bolivariano. Aunque no está en juego la presidencia de la república, estamos en un contexto de hostigamiento militar y brutal asedio económico y financiero, como nunca se había vivido. Una eventual derrota del chavismo sería demoledora.

Ser o desaparecer 

Igualmente, la oposición se juega nada menos que su permanencia en el imaginario opositor o su desaparición definitiva como fuerza política. Es mucho lo que está en disputa, el chavismo mantiene su férrea unidad de cara a este compromiso a pesar de algunas voces disidentes. La oposición asiste a la cita, fracturada, desacreditada y sin un liderazgo confiable.

Y por si fuera poco, para añadirle más dramatismo a un proceso ya suficientemente complejo: Nos enfrentamos a la pandemia global de covid-19. Este evento sanitario que ha mantenido en jaque a la humanidad a lo largo de todo 2020.

Pero bien, indistintamente del resultado, la elección número 25 en tiempos de revolución, viene a ratificar uno de los principios más sagrados para cualquier país: el de su soberanía popular. Los gobernantes y demás representantes del poder institucional, en la República Bolivariana los elige precisamente el pueblo. No un grupito de halcones en Washington. Definitivamente, Venezuela es un país en revolución donde votar es algo cotidiano.

 


 

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