Economía, tortas y opinólogos | Por: Elio Córdova

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Ciertamente, el Producto Interno Bruto contabiliza la producción de bienes y servicios de una economía para un lapso de tiempo concreto. La distribución de la riqueza creada en la sociedad, está sujeta a la tensión constante entre dos actores fundamentales -capital y trabajo- por obtener una porción mayor. El Estado entendido como una herramienta de medular importancia para imponer los intereses de clase, de quien detente el poder, desempeña un papel clave en este forcejeo por la distribución de la riqueza.

Las economías no son todas iguales, a pesar del carácter homogéneo de las relaciones sociales de producción capitalista. Existe una heterogeneidad en cuanto a las diversas estructuras productivas del mundo. Venezuela está dentro de esa heterogeneidad, como un país subdesarrollado con relaciones de producción capitalistas incipientes, de carácter rentista. ¿Qué significa esto? Que el proceso de transformación y creación de valor es aún rudimentario. No contamos con un desarrollo tecnológico que permita optimizar la producción en términos de los costos asociados. Sobre todo, tal condición expresa una incapacidad para generar mayor cantidad de bienes y servicios a fin de abastecer el mercado interno.

El carácter rentista esta dado por la captación de ingresos producto de la venta de petróleo al resto del mundo. Lo cual genera una subordinación del resto de los sectores económicos, a tal grado que los minimiza. Inclusive, algunos tienden a desaparecer en términos de su peso e importancia para la actividad económica en su conjunto.

En virtud de ello, se debe precisar que en el seno de la economía venezolana se gesta una lucha feroz por la apropiación de la renta petrolera. Históricamente -desde que pasamos de economía agrícola mono exportadora a economía petrolera- el crecimiento o decrecimiento económico, –lo que refiere la profesora Pasqualina Curcio, pedagógicamente como el tamaño de la torta– ha estado supeditado a la cantidad de renta que se genera y que se apropian los actores económicos.

El proceso de creación de valor agregado, es decir de riqueza, es minúsculo en nuestro país. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 70% de la fuerza de trabajo se concentra en el sector terciario de la economía. Somos una economía rentista. Por tanto, ese discurso camuflajeado detrás de frases revolucionarias y “pedagógicas” encubre, por candidez o sin ella, una estafa conceptual. Basta observar con detenimiento el Producto Interno Bruto, específicamente las actividades registradas en el PIB no petrolero, y podremos constatar que, el crecimiento económico lo motorizan actividades improductivas en términos de transformar y agregar valor.

En una economía como la nuestra, era de esperar que, al caer abruptamente el precio del petróleo y también la producción, se produciría inmediatamente una recesión. Esto, generalmente deriva, dependiendo de la magnitud, en una caída del PIB. A esta situación estructural debemos incorporar en el análisis, las implicaciones del bloqueo criminal que nos impone el gobierno de los EE.UU., lo cual exacerba de forma exponencial las dificultades que atraviesa nuestra nación.

Ante la adversa coyuntura debemos concentrar todos los esfuerzos en producir más. Es la única forma de generar condiciones materiales reales, que permitan mejorar la economía en su conjunto. Lo demás son cantos de sirena y “buenos deseos”, que pretendendistraen y –lo que es aún peor- dividen. Urge centrar los esfuerzos en la construcción de una política económica integral, que nos permita recuperar progresivamente las capacidades productivas que se han perdido.

Elio Córdova Zerpa


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