Ideas sobre la educación a distancia

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Por: Miguel Guevara.

Muchos son los debates y problemas que ha desatado la pandemia. Pareciera que por primera vez hay grandes problemas que afectan a todes sin distinción en cada rincón del mundo.

Se trata no solo de una situación excepcional sino también de una crisis multifactorial. Cada espacio de lo social tiene un problema que le concierne, una afectación propia por la coyuntura en cuestión.

Tal es el caso del sector educativo, en donde la crisis biológica ha causado sus estragos.

Muchos han criticado en redes sociales y medios de comunicación el establecimiento de la educación a distancia, algunos a favor, otros en contra.

Es de entenderse: ni todes les estudiantes ni todes les profesores tienen las herramientas para establecer de forma “normal” un proceso de educación a distancia.

Hay complicaciones no solo tecnológicas, sino de la alfabetización en torno a las herramientas.

Por un lado, no todo el mundo tiene una computadora, un teléfono inteligente o cualquier dispositivo que le permita conectarse y por otro lado, hay quienes no tienen acceso a Internet, o como pasa en Venezuela: que la conexión a Internet está bastante comprometida.

Pero, ¿qué podemos hacer frente a esta situación?

El problema de la velocidad y la aceleración

Creo que son muchas cosas que podemos pensar y hacer, para problemas multifactoriales, como dijimos en un principio, soluciones multifactoriales, sin embargo, esto es más una propuesta sobre un asunto en específico: se trata de pensar el problema de la velocidad.

¿Velocidad?, la experiencia del tiempo que vivimos es producto de las revoluciones industriales.

Tanto el transporte a caballo como el movimiento de personas, mercancías y materias primas en barco o ferrocarril a vapor, nacieron con la necesidad de apurarse, de acelerarse, de llevar las cosas de un lado a otro, de transportarnos con mayor rapidez.

Y esa necesidad de rapidez contagió todo. Nuestros horarios para el trabajo, por ejemplo, y por supuesto, nuestra manera de educarnos.

Vale recordar la adolescencia y los deseos al salir del bachillerato.

Lo leí en un meme en estos días: “si salgo del cole a los 18 entro a la universidad y puede que a los 22 o 23 años me gradúe y si adelanto materias seguro a los 21 estoy listo”.

Bueno, vale decir que solo pocos lo logran, sin embargo, el corazón de este problema está en ese asunto de la velocidad, de la aceleración con que vivimos las cosas.

¿Ir hacia atrás?

Entonces, ¿cuál es la propuesta?, a ver, sigamos poniendo ejemplos. Mientras, vamos hacia atrás para ver si encontraremos respuestas.

A veces decir “ir hacia atrás” le cuesta a la gente porque lo asocia con atraso, deflación, subdesarrollo, pero, ¿acaso la situación mundial no nos está obligando a bajarle dos, para decirlo coloquialmente?

Sí, nos ha obligado a bajarle dos, tres y cuatro.

Hay que preguntarse, ¿cómo hacía la gente antes para educarse?, puesto que la educación a distancia no es nada nuevo, lo que es una novedad son los dispositivos, las aulas virtuales, etc., todos los mecanismos y metodología.

¿Recuerdan que antes las personas estudiaban cursos por correo?, tengo una tía que con cupones estudió corte y costura a través del servicio postal.

Su examen final, cuenta, era hacer un vestido de papel, con eso se ganaría su diploma de costurera. Ella hizo el vestido y lo envió por correo y más tarde recibiría su diploma. Con ese oficio mi tía ha mantenido a sus hijes, les dio educación, les formó para la vida.

Entonces, ¿qué estoy diciendo?, ¿qué volvamos a la educación con el correo convencional?

No necesariamente, porque el correo postal también implica transporte físico, estoy poniendo un ejemplo del ir hacia atrás, para ver cómo hacíamos antes las cosas, antes de la llegada y la normalización de la rapidez, de la aceleración.

Porque el tiempo es una creación cultural. “Amo la concepción antropocéntrica del tiempo”, me decía Liliana por Instagram, recomendándome a Hartmut Rosa, un sociólogo que escribe sobre la aceleración y cómo ésta forma parte de la lógica de la rapidez del capital y de la racionalidad de Occidente.

Aprovechar la radio AM

La propuesta que me gustaría compartirles es una que discutía con mi amigo Ricardo por WhatsApp, él me decía, “mira cómo la gente está volviendo a la señal AM”, ahora resulta que estamos viendo la utilidad de esos inventos del pasado.

Un breve paréntesis sobre instrumentos del pasado: en 2019 la venta de discos de vinil superó en todo el mundo la venta de CD, ¿de locos, no?

Volvamos a la radio AM, la señal de amplitud modulada ha quedado en el olvido, fue desplazada por la FM que a su vez fue también desplazada por el Internet, pero ahora la señal de radio cobra importancia nuevamente, sobre todo la AM, ¿por qué?: llega más lejos.

Recuerdo cuando mi amigo Dannybal tenía un programa de radio sobre la situación campesina.

Lo acompañé un par de veces y los que llamaban eran campesinos del país profundo para hacer denuncias, ojo, era un programa especial, transmitido para el horario de los campesinos, es decir, comenzaba algo así como a las 5am.

¿Sobre qué era el programa?, pues nunca supe realmente, ¿por qué?, los campesinos se tomaban el programa, llamada que se terminaba llamada nueva que entraba y así.

Un radiecito a pilas es algo que se encuentra en todos lados, desde la maleta de emergencias al kit en caso de apagones o para escuchar juegos de pelota o qué se yo, es un instrumento fácil de encontrar, económico y que se puede convertir en una gran herramienta para resolver la educación a distancia para aquellas personas que no cuentan con Internet o dispositivos tecnológicos o están en la extensa geografía rural donde solo la radio AM puede llegar.

Recuerdo que hace un año durante el apagón solo puede saber lo que pasaba por un radio a pilas que tenía guardado. Nada de lo ultratecnológico y del presente me sirvió para comunicarme con el mundo.

¿Y cómo hacemos para aprender cosas “difíciles” como las matemáticas?

¿Cómo hacemos con las matemáticas que son prácticas?, me decía una señora en estos días.

Recordé que en mis tiempos había un programa educativo, la “Matemática Divertida”, yo no recuerdo con exactitud, si era o no valioso, estaba muy chiquito, entonces no tengo cómo hacer una evaluación tanto a nivel curricular como de funcionalidad.

Sin embargo, nombro el proyecto porque se trataba de audios didácticos para aprender las matemáticas, es decir, algo podemos inventarnos, les seres humanos somos lo que somos porque somos creativos, es decir, esta situación por más difícil que sea también la podremos resolver si la pensamos entre todos.

Cuando era niño usaba las radio AM y lograba sintonizar un programa italiano de astronomía y otro francés de literatura, no tengo idea de cómo lo logré, simplemente un día pasando las bandas me di cuenta de eso y escuchaba, porque no sabía ninguno de los idiomas, pero ya saben, las lenguas romances y su parecido a la nuestra, el juego del niño que interpreta; todo hacía su trabajo para aprender en la escucha atenta.

La complejidad para entender algo no quiere decir que haya impedido mi posibilidad de aprender, seguía aprendiendo, tal vez de forma más lenta pero lo hacía.

He probado la educación a distancia y no me ha parecido del todo mal. Terminé hace poco un diplomado en estrategias pedagógicas para una docencia innovadora en la UCV, totalmente a distancia, y debo decir que tuve excelentes profesores, excelentes contenidos.

Por otro lado, la maestría también la estoy haciendo a distancia y también es el mismo escenario, buenos contenidos y métodos para salir adelante.

Ah, que es más lento todo, que hay que tener paciencia porque el profe de filosofía no tiene luz y la profesora de metodología se quedó sin Internet y tardan en responder las tareas, sí, por supuesto, pero eso no quiere decir que no vayamos a llegar eventualmente a la meta.

¿Cuál es el apuro?, ¿acaso la sabiduría y la educación verdadera no vienen de la maduración de las ideas en el proceso de aprendizaje?

La situación actual no nos demanda más que eso, bajarle dos a la velocidad, des-acelerarnos para que podamos llegar completes hasta nuestros objetivos tanto individuales como colectivos.

¿Qué piensan al respecto?

 

Miguel Antonio Guevara.

Sociólogo y escritor.

@_hipertextual

 

 


 

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