Europa, mientras más vieja, no termina de aprender que los tiempos de la injerencia impune se terminaron. Este lunes Bruselas aprobó un paquete de sanciones contra funcionarios chinos y recibió de inmediato una respuesta que no esperaban: sanciones de vuelta.
La operación europea en contra de Beijing fue la primera en 32 años; y la punta de un lanzazo que siguieron Canadá, el Reino Unido y los EE.UU. en lo que ha sido ya catalogado como la primera acción conjunta de occidente en contra del país asiático en la recién comenzada administración de Biden.
La razón de las sanciones de Europa contra funcionarios chinos habría sido la supuesta y compasiva condena a la vulneración de los DD.HH. de la etnia musulmana “Uigur” en la provincia de Sinkiang.
Según Europa y EE.UU., China somete en campos de reeducación a un millón de personas de la etnia Uigur, una acusación que Beijing ha desmentido y ha calificado como una operación de mentiras y desinformación.
Devolver el golpe
El gigante asiático respondió a la injerencia de Bruselas con un número mayor de funcionarios sancionados e incluyó a varias entidades, las cuales tendrán prohibido entrar a territorio chino y hacer negocios con empresas de ese país.
Los europeos, acostumbrados a una pretendida excepcionalidad que los hace legítimos sancionadores e impensados prospectos para ser sancionados, contestaron airados a la posición soberana de Beijing.
El presidente del parlamento europeo calificó la medida de China como “inaceptables y tendrán consecuencias”. El eurodiputado expresó que es repudiable que varios de sus integrantes hayan sido sancionados “por expresar opiniones en el ejercicio de su deber democrático”; y también destacó que “los derechos humanos son derechos inalienables”.
Mientras tanto Beijing dijo que la decisión de la UE interfiere gravemente en sus asuntos internos, violan el derecho internacional y socavan las relaciones entre China y la eurozona.
Adicionalmente el país asiático insta al bloque a afrontar y corregir su grave error. También les dejan dicho que “dejen de sermonear a otros sobre derechos humanos e interferir en sus asuntos internos”; poner fin a “la práctica hipócrita de los dobles raseros y dejar de seguir por el camino equivocado”, dejando muy claro que “de lo contrario, Beijing reaccionará de manera resuelta”.