La sistemática ruptura del conocimiento universal impuesta por la cultura occidental, ha implicado la falsa creencia de que el mundo existe sólo desde lo que se piensa y construye desde las élites del poder de occidente. Estas difunden un saber conveniente a la hegemonía del pensamiento construido por las mismas y difundido a través de los tentáculos de su industria cultural.
Como plantea Chomsky: “Es preciso falsificar totalmente la historia. Ello constituye otra manera de vencer esas inhibiciones enfermizas, para simular que cuando atacamos y destruimos a alguien lo que estamos haciendo en realidad es proteger y defendernos a nosotros mismos de los peores monstruos y agresores, y cosas por el estilo”.
Dentro de este contexto, se ha afianzado una guerra cultural por exterminar todo lo que se acerque a la cultura islámica.
De esta manera, se pretende ubicar a los pueblos del medio oriente en un marco de salvajismo y violencia que desconoce la historia; pero que además excluye el ataque sistemático e inhumano que de manera permanente ha arreciado contra su población víctima de las jugadas del ajedrez imperial.
El asesinato cobarde de uno de los más grandes líderes de la Revolución islámica, contrario al silencio con el que esta acción intentó cubrirlo; ha hecho emerger el nombre de Soleimani como un relámpago para iluminar las luchas de resistencia mundial contra el imperialismo.
Soleimani recorre ahora rincones del mundo interesados en conocer su historia, su pensamiento, su visión estratégica; y la razón por la que fue amado profundamente por su pueblo venciendo todas las campañas que han pretendido empañar su nombre.
¿Por qué es tan peligroso para el imperialismo?
Veamos la acción y visión de este líder destacando tres dimensiones fundamentales que lo caracterizaron: el humanismo, el antiimperialismo y la resistencia; todas unidas a la defensa del Islam.
En primer lugar, se hace necesario contextualizar acerca de una fuerza esencial en el tablero geopolítico del medio oriente, dirigida por Soleimani: la fuerza Quds, como parte fundamental del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Una fuerza para enfrentar el terrorismo de Estado impuesto desde los EE.UU.
Esta fuerza dirigida por Soleimani desde 1997, lleva adelante la misión de establecer y apoyar a las milicias para la defensa de la comunidad islámica frente a las agresiones del imperialismo en el Líbano, Palestina, Irak y donde sea necesario.
En 1982 participa en la guerra civil de Líbano (1975-1990); surgida como consecuencia de la invasión de Israel a este territorio.
En Irak, su participación es fundamental apoyando el enfrentamiento a las tropas norteamericanas tras la invasión en el año 2003.
Asimismo destaca su aporte a la lucha contra el mal llamado “Estado islámico” en Irak y Siria que amenazaba con desestabilizar la región; un golpe al imperialismo que necesita la presencia permanente de estos grupos terroristas para justificar su permanencia en la región.
El significado de la fuerza Quds se muestra claramente en palabras de Soleimani:
“¿Nos amenazan? ¿Qué han logrado excepto cometer crímenes matar a niños y mujeres y atacar hogares? Hicieron todo tipo de crímenes de guerra. Han convertido bodas en luto, han destruido totalmente las aldeas. Más del 60% de las personas que han matado, son civiles de este país. La fuerza de Quds es su rival. No pasamos ni una noche sin pensar en cómo destruirlos. Le digo a usted, señor Trump, el apostador. Me dirijo a usted, le aviso que estamos más cerca de ustedes de lo que piensan. Venga, le esperamos (…) Nos defendemos con toda nuestra vida. Damos nuestra vida mil veces. Ustedes comienzan esta guerra, pero nosotros decidimos su fin. Qasem Soleimani se va, pero vendrá otro Qasem Soleimani”.
Estas palabras permiten percibir la voluntad y el enraizamiento en la fé a partir del honor que significa para quienes pertenecen a las fuerzas de resistencia; la entrega de la vida en la defensa de la comunidad islámica y el enfrentamiento a las atrocidades cometidas por el imperialismo en el medio oriente.
Como ejemplo de las acciones contra el terrorismo en las cuáles participó activamente Soleimani se encuentra la guerra de los 33 días, dirigida por el régimen sionista contra el sur del Líbano en el año 2006; con el fin de acabar con las fuerzas de resistencia denominadas Hezbolá.
Estas acciones fueron iniciadas por EE.UU. en el contexto de la llamada “Guerra contra el terrorismo” declarada a partir de los hechos del 11 de septiembre: una cruzada mundial destinada a fortalecer sus zonas de influencia frente a los cambios en el tablero geopolítico y la apertura a la construcción de un mundo multipolar.
Según declaró Soleimani: “Llegaron a colocar en la lista de grupos terroristas a todos los partidos políticos de la zona que se oponían a ellos. El régimen buscaba aprovechar esta situación. Pensaban que era la mejor ocasión para llevar a cabo una guerra, un ataque rápido (…) el régimen buscaba derrocar y cambiar la demografía del sur del Líbano (…) querían hacer algo parecido a lo que se había hecho en Palestina”.
La estrategia asumida por las fuerzas de resistencia, la llamada defensa sagrada entra en la concepción de la guerra como opción existencial en la que el pueblo sometido emerge en defensa de su dignidad frente al colonialismo como destrucción sistemática de la vida, como plantea Franz Fanon: “El dominio colonial, por ser total y simplificador, tiende de inmediato a desintegrar de manera espectacular la existencia cultural del pueblo sometido».
En el caso de Irán, destaca la defensa de la comunidad islámica como un hecho sagrado que en la guerra de los 33 días Soleimani enarbola señalando lo siguiente:
“Hemos tenido muchas de estas escenas en la épica de la defensa sagrada y la guerra impuesta. Siempre dije que uno de los indicadores de nuestra elegibilidad en la guerra era la moral de los combatientes y su alta espiritualidad como el comportamiento y la altura del bloqueo (…) los temas del altruismo, la yihad y el martirio estaban en su mejor forma. Incluso la administración y la relación entre el director y subordinados (…) la defensa sagrada fue la más alta en todos los campos y temas”.
La resistencia contra el imperialismo, que es casi decir contra el terrorismo, cuenta con un bagaje de estrategias y sustentos filosóficos que desde distintas latitudes han permitido la organización y preparación de los pueblos para enfrentar una fuerza que se impone sobre todos los aspectos de la vida oprimiendo la posibilidad de ser; pero que además es responsable del asesinato sistemático de poblaciones para la expansión y apropiación de territorios y recursos que permitan sustentar la sobrevivencia de un sistema inhumano no de reproducción, sino de represión de la vida.
Soleimani queda en la historia como un estandarte en la lucha de los pueblos. La estrategia de resistencia de las fuerzas Quds sigue en este instante activa en la defensa de la comunidad islámica; pero además su aporte a la doctrina de la guerra de todo el pueblo seguirá atravesando las luchas contra el imperialismo. No fue vencido, pues alcanzó el martirio como el más alto honor al que aspiraba.