Vielma Mora: El soldado revolucionario encargado de llevar asuntos religiosos

José Gregorio Vielma Mora fue soldado del alzamiento del 4 de febrero de 1992, eficaz superintendente del Seniat, Gobernador del estado Táchira y ministro. Después de todo este repaso público y profesional, ahora ejerce la vicepresidencia de asuntos religiosos del Partido Socialista Unido de Venezuela.

Si bien a los ojos de los espectadores convencionales su última misión parece el término de una degradación que solo se le pudiera ocurrir a un enemigo; él ha conseguido despejar esta interpretación maliciosa como un gran favor de crecimiento personal.

Esta innovación de crear una vicepresidencia de asuntos religiosos en un partido socialista revela un cambio de paradigma, ya que las organizaciones marxistas llevan consigo el sello histórico de ser organizaciones ateas, despachando cualquier acto de fe con el mantra de ser “el opio de los pueblos”.

Leer los nuevos tiempos

Sacudidos de este prejuicio, el PSUV crea esta instancia; y para estar al frente de ella puso a un soldado rebelde del 4F con el nombre de beato y que cuando niño fue monaguillo. Vielma Mora asegura que esta experiencia le ha servido para aumentar el respeto a las religiones, a tener una mayor cosmovisión; y a no juzgar o maltratar a las personas por su fe.

Al mismo tiempo, detrás de esta noble inspiración de entendimiento hay también una lectura oportuna de los tiempos políticos. En los últimos 5 años la religión se ha convertido en insumo de la política, glorificando a movimientos de extrema derecha en EE.UU. y Brasil, e inspirando el Golpe de Estado en contra de Evo Morales en Bolivia.

Tolerancia y respeto

De acuerdo a Vielma Mora, desde el PSUV la intención no es manipular la religión a favor de la causa revolucionaria, sino crear una instancia de diálogo que contribuya “a la comprensión y poderlos a incluir a todos en una gama humanitaria de que todos podemos vivir en sana paz”.

Con esta experiencia renovadora de conocimiento, el nacido en el estado Táchira ha transformado su imagen de eficiente tecnócrata revolucionario, en un sosegado hombre de diálogo con la virtud potente del entendimiento, uno que si bien puede sentarse hasta con el diablo para comprender su antipatía por Dios, también pudiera hacerlo sin problema con los adversarios de la revolución en la nueva Asamblea Nacional.

 

 


 

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