Un Guaidó sumiso convoca a la unidad opositora para presentarles nueva hoja de ruta: ¿Pancadas de ahogado?

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El mantra de cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, que tanto se repitió hace más de año y medio es cosa del pasado. Ahora, el diputado de la Asamblea Nacional en desacato, Juan Guaidó, sumiso llama a la unidad opositora y se fija un plazo de 10 días para discutir y aprobar una nueva hoja de ruta.

En su llamado, Guaidó convocó a otros líderes de la oposición radical que le han cuestionado abierta y públicamente. Así se dirigió directamente a María Corina Machado, Henrique Capriles Radonski, Julio Borges, Antonio Ledezma, Andrés Velásquez, Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, Delsa Solorzano y Roberto Henríquez. Por su puesto, también incluyó en la convocatoria a su mentor y máximo jefe político, Leopoldo López.

Según Guaidó ha llegado la hora decisiva. Asimismo, destacó que la discusión de este nuevo esfuerzo unitario debe girar en torno a varios puntos fundamentales.

Hoja de ruta

A saber: “1) Denunciar, rechazar y desconocer el fraude parlamentario; 2) Convocar al país a expresar su verdadera voluntad a través de un mecanismo nacional e internacional de participación masiva, ciudadana; 3) Activar una agenda de acción y movilización nacional e internacional para lograr la actuación necesaria de la Fuerza Armada, de la comunidad internacional y de cada uno de nuestros aliados”.

En resumen, la propuesta de Guaidó sigue descansando en dos factores que no maneja directamente: En primer lugar esa figura abstracta de “la comunidad internacional”, que en realidad se restringe a los Estados Unidos y sus países satélites que le han reconocido como supuesto presidente. Pero que ya no lo ven con tan buenos ojos, como hace año y medio. De hecho, en el más reciente comunicado de EE.UU. y sus “socios” ya no le designan como presidente encargado, sino simple y llanamente como diputado, lo que es bastante significativo.

Y en segundo lugar, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que eufemismos aparte, necesita desesperadamente para dar un golpe de fuerza. Esto fundamentalmente porque Guaidó es un líder artificial, que nunca ha tenido una verdadera conexión con las masas. De ahí tantos recovecos para intentar seducir al estamento militar, que está cohesionado alrededor de la Constitución Bolivariana y la defensa de la soberanía nacional.

Gira internacional

A pesar de estos dos duros escollos en el camino de su “lucha democrática” opositora, Guaidó insiste desesperadamente en una nueva unidad. En tal sentido, aseguró que realizará reuniones individuales y grupales para discutir esta nueva hoja de ruta, en el plazo de 10 días.

No aclaró si viajará a Colombia a entrevistarse con Julio Borges, quizás también pueda saludar a sus amigos los Rastrojos. Tampoco dijo si volará hasta Madrid, para hablar con Ledezma. Mucho menos explicó de dónde saldrá el dinero para pagar esos viajes. Sobre todo por la “austeridad” de su “gobierno”, que aún no cancela el bono de US$ 100 ofrecido, a comienzos del año, a los médicos venezolanos que trabajan en la lucha contra la covid-19.

De hecho, Ledezma contestó inmediatamente por Twitter que él está de acuerdo, que cuenten con él pero para «luchar» por el mantra original de la propuesta opositora.

Todos los avances que hemos logrado en nuestra lucha los hemos alcanzado cuando lo hacemos juntos. Con unidad y con una estrategia monolítica de las fuerzas democráticas. (…) Y construir entre todos un gran pacto unitario y salvar a Venezuela. Así reactivamos la esperanza y la movilización del pueblo. Así mantendremos y aumentaremos el apoyo de la comunidad internacional”, expresó Guaidó.

Pancadas de ahogado

En esta última parte de su discurso se dejan ver algunas costuras. “Así reactivamos la esperanza”, sólo puede reactivarse lo que está paralizado o muerto. A buen entendedor pocas palabras bastan. Y luego señala que hay que mantener y aumentar el apoyo de la comunidad internacional. Sólo se puede intentar mantener, lo que ya se ha perdido. Igualmente, sólo puede aumentarse lo que ha menguado, hasta su casi desaparición.

Con respecto a los logros, de acuerdo con su lógica un tanto bizarra, en apenas casi dos años de gestión sólo tiene para mostrar el robo de Citgo, de Monómeros, del oro venezolano en Inglaterra, la estafa de la ayuda humanitaria y un largo etc. Que ha costado a la nación pérdidas por más de US$ 100 mil millones ¿Si así son los logros de la «fuerza opositora», cómo serán los fracasos?.

La otra tarea que se plantea Guaidó es quizás la más cuesta arriba. Sentar en una misma mesa a esa fauna variopinta de egos y visiones contrapuesta es una misión casi imposible. Desde una María Corina que sueña noche y día con el desembarco de los Marines, hasta un Capriles y un Ramos Allup interesados en su fuero interno en meter a su gente en la nueva Asamblea, así sea con una tarjeta prestada. Este “llamado” de Guaidó se parece igualito  a las pancadas de un ahogado.

 


 

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