En medio de un contexto geopolítico en el que EE.UU., ejerce desesperadamente su lugar hegemónico en el mundo, dos países víctimas de este ensañamiento, deciden a toda costa defender su independencia y soberanía: Irán y Venezuela. Esto frente a las amenazas del jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller, quien afirmó que las naves de guerra de su país se encuentran activas en el Caribe ante la llegada de buques iraníes.
No es el primer hecho en la historia en el que la solidaridad entre ambas naciones se pone de manifiesto. En el año 2008, Venezuela envió a Irán 20 mil barriles de combustible diarios, para enfrentar el bloqueo impuesto por EE.UU. contra este país.
Por otra parte, tampoco se trata de un hecho aislado que implica sólo a Irán y Venezuela. Más allá de esto, es una jugada geopolítica de gran connotación que sin duda significará un quiebre para el imperialismo estadounidense.
Con una visión extraordinaria, en el año 2009 lo manifestó el Comandante Hugo Chávez durante una gira por el país persa: “Irán es una potencia, es una realidad que nadie puede negar (…) Un núcleo Venezuela-Irán abre una gran expectativa (…) Hay un gran dinamismo de la geopolítica, la nueva geopolítica y Venezuela. Modestamente lo digo, estamos en la vanguardia de esa nueva geopolítica y estamos llamados a seguir en la vanguardia, lanzando nuevas ideas, lanzando nuevas líneas, abriendo nuevos espacios alternativos a lo que pretende imponerse de nuevo desde Londres, desde Washington que no es sino más de lo mismo”.
Donald Trump se encuentra sumergido en un escenario terrible que pone en amenaza su victoria para las elecciones presidenciales de EE.UU. en noviembre del presente año. Esto provoca una aceleración de sus amenazas con el intento de abrir frentes de guerra que de alguna manera desvíen la atención de su población acerca del desastre que se ha generado en este país, a partir de la ineficacia y absoluta prepotencia frente a la atención del coronavirus, que ha provocado el colapso en un sistema de salud pública ya ineficiente y limitado.
Países como China, Rusia, Venezuela y en este caso Irán; han asumido un papel de vanguardia en esta realidad mundial, que apunta con mayor fuerza a concretar la construcción de un mundo multipolar. En el caso de China, Rusia e Irán, se trata de potencias que cuentan con poder económico, militar y científico-tecnológico. En el caso de Venezuela, una Fuerza Armada con potencial militar, entre este un sistema de defensa antiaérea de los mejores del mundo, además de contar con 4 millones de integrantes de la milicia nacional Bolivariana como parte de la doctrina militar enmarcada en la guerra de todo el pueblo, aspecto que luego de la derrota en Vietnam, es temible para el imperialismo estadounidense.
La doctrina Monroe ha recibido un golpe certero. Pero además un golpe asestado por dos países bajo asedio absoluto. Uno de ellos, Irán, tiene como hecho reciente el asesinato, perpetrado por EE.UU., del líder Soleimani, jefe de las fuerzas Quds, sobre el que prometieron una venganza histórica cuya primera demostración (de la que luego hicieron saber que era sólo un pequeño gesto) fue el bombardeo a dos bases militares estadounidenses en Irak, que puso en evidencia la vulnerabilidad del sistema de defensa antimisiles de EE.UU. y sobre el que no hubo ningún tipo de respuesta.
Esto sin contar la reciente captura de mercenarios gringos en las costas de Venezuela, que llevó a la derrota una conspiración de meses y millones de dólares.
Ya han llegado a Venezuela dos de los cinco buques. No se trata sólo de gasolina, se trata además de aditivos para su producción a largo plazo, que Venezuela dejó de recibir como consecuencia del bloqueo criminal.
Las advertencias de Irán ante cualquier acción de EE.UU. son contundentes. La decisión irrevocable de Venezuela de defender su soberanía sigue en avance desde el Puerto Rajaei, Bandar Abbas hasta el mar Caribe. Todo apunta a la llegada victoriosa de los 5 buques.
La doctrina Monroe ha sido enfrentada por dos países en la propia cara de los barcos de guerra del enemigo. Sin duda, un golpe certero que continúa abriendo los caminos del multilateralismo como proyección inmediata en las relaciones internacionales de un mundo que requiere con urgencia nuevos horizontes.
