Trump golpea a 600 niños: Plan tolerancia cero

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En la nación de la libertad, la igualdad y la fraternidad, luego de que los padres son detenidos e imputados con cargos, ocurre la separación de las familias y los menores -entre un año y 18- son entregados a la Oficina de Instalación de Refugiados (ORR, por su sigla en inglés). Estos son llevados a «centros de acogidas», unas jaulas atadas con cadenas al piso, donde duermen en colchones sobre concreto.

Si de algo no se podrá acusar jamás a Donald Trump es de ser aburrido. Aunque el precio de esa “notoriedad mediática” esté soportada en la infamia y la crueldad. Trump fiel a su rol de “macho Alfa”, no gobierna a un pueblo, lo avasalla. Más aún si se trata de la población extranjera, de los migrantes que han soñado alguna vez con el “American Dream”, esa fantasía almidonada que recurrentemente está presente en el inconsciente colectivo latinoamericano, y que se nutre de las imágenes que un aparato comunicacional y de entretenimiento, han difundido al mundo durante casi un siglo.

El fenómeno migratorio desde américa latina hacia EEUU tiene matices tan variopintos como contrastantes, y si bien es cierto que las legislaciones y constituciones de los países, deben ante todo procurar el bienestar de los connacionales, no es menos cierto que la nación norteña ha usufructuado el desarrollo de los vecinos del sur, y más allá. No sería un despropósito afirmar que el desarrollo industrial, cultural y comercial de EEUU, ha sido labrado sobre las espaldas de los más infelices, vale decir, del resto del hemisferio.
Y es que las políticas de Donald Trump hacia los migrantes indocumentados no tienen tregua en tiempos de coronavirus.

De acuerdo con datos oficiales, Estados Unidos ha expulsado a más de 6.300 personas por su frontera con México, tras la aprobación de poderes de emergencia para frenar la propagación del coronavirus. Según una medida de salud pública del 21 de marzo 2020, las autoridades federales pueden anular las leyes de inmigración existentes, lo que agiliza los procesos de deportación.

Los críticos de la norma aseguran que se está utilizando como una extensión de las estrictas políticas de inmigración del gobierno de Trump. Pero la legislación contempla medidas diferenciales para el caso específico de los niños o menores de edad, que crucen la frontera en busca de asilo. Según la ley de EE. UU., a los menores en busca de asilo o en situación migratoria irregular se les permite vivir con familiares mientras sus casos pasan por los tribunales de inmigración. Sin embargo, la administración Trump decidió expulsarlos rápidamente bajo una declaración de emergencia en el contexto de la pandemia de coronavirus.

Solo en abril, 600 menores fueron expulsados de Estados Unidos

Las expulsiones son la última medida administrativa destinada a prevenir la entrada de niños migrantes, siguiendo otros programas como la política de «tolerancia cero» que fue rescindida desde entonces y que derivó en miles de separaciones familiares.

Un poco de contexto vendría muy bien, citando al portal teleSUR.:
“Pese al rechazo mundial, el presidente Donald Trump defiende la polémica política de «tolerancia cero» que contempla que niños sean separados de sus padres en la frontera sur de EE.UU. Trump está en contra de una norma aprobada por el Congreso durante el Gobierno de George W. Bush, en 2008, que obliga a liberar de centros de detención policial a los menores migrantes que ingresaron solos a EE.UU. Además, impide que estos menores, siempre y cuando no sean de Canadá o México, sean deportados. Asimismo, la norma indica que los tribunales no pueden mantener durante más de 21 días a una madre y a su hijo en un centro de detención. Sin embargo, al separar a las familias, tal como lo hace la política de «tolerancia cero», ese límite ya no existe”.

Las agencias fronterizas aseguran que tienen que restringir las solicitudes de asilo y los cruces fronterizos durante la pandemia para evitar una mayor propagación del nuevo coronavirus. No obstante, los defensores de los migrantes lo califican como un pretexto para prescindir de las protecciones federales para los niños.

La cadena CNN informó apenas el mes pasado, que al menos 27 niños migrantes que se encontraban bajo custodia del gobierno de Estados Unidos habían resultado positivos por coronavirus, de acuerdo con la última actualización de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR, por su sigla en inglés), la agencia federal que se encarga de su cuidado. Pero la deportación de estos casos no estaba “descartada” según declaró a esa cadena informativa un alto funcionario de ese despacho, que prefirió el anonimato.

El número de casos entre los niños migrantes no acompañados que están en custodia del gobierno ha aumentado gradualmente durante las últimas semanas. Citándolo en medio de “una gran precaución” el funcionario aseguró que la agencia dejó de ubicar a menores en California, Nueva York y Washington –algunos de los estados más afectados por el coronavirus en EE.UU.–, con excepciones limitadas a principios de este año. En total, 87 niños han sido evaluados por covid-19.

Hay aproximadamente 2.500 menores bajo el cuidado de la ORR, que pertenece al Departamento de Salud y Servicios Humanos.

El Diario “La Razón de America” presenta testimonios estremecedores. Un chico de 17 años llamado Osvaldo dijo que los agentes no le dejaron llamar a su padre antes de expulsarlo. Lo retuvieron con otros menores en una habitación fría y le dieron una manta isotérmica y un par de guantes por cada uno de los cuatro días que estuvo retenido. Alguien le tomó la temperatura antes de ser deportado, pero no se le hizo la prueba del coronavirus hasta que llegó a Guatemala. No recibió tampoco documento alguno en relación con su status migratorio, solo el informe médico de su examen. “Pensé que me iban a ayudar o a pelear mi caso, pero no…”, dijo Osvaldo.

Un niño de 10 años y su madre, que la AP no identifica porque ella teme represalias por hablar en público, pasaron meses en un sucio campamento de Matamoros, México, del otro lado de Brownsville, Texas, esperando ser llamados por los tribunales de inmigración en el marco del programa “Espera en México”. Miles de familias aguardan del lado mexicano de la frontera ser llamadas para exponer sus casos, pero los tribunales no están funcionando por la pandemia. Cuando fue rechazada en una primera instancia, decidió que su hijo estaría mejor con su hermano en Estados Unidos. Vio cómo cruzaba a nado el río Bravo (Grande en Estados Unidos) y llegaba a la otra orilla.

Esperaba que el niño recibiese el mismo trato que se les ha dado a los menores en el pasado y que la Patrulla Fronteriza lo llevase a instalaciones del Departamento de Servicios de Salud y Humanos (conocido por su sigla en inglés, HHS), para luego colocarlo con un patrocinador, generalmente un pariente.

Pero la madre no tuvo noticias suyas por seis días, hasta que un familiar recibió una llamada de un albergue para migrantes del gobierno de San Pedro Sula, en Honduras.
“Lo habían tirado en Honduras”, afirmó. “Nosotros no sabíamos nada”.

“El niño está viviendo con una tía en la capital hondureña, Tegucigalpa. Otro familiar aceptó llevarlo al pueblo de la familia, en el campo, si ella regresa y se hace cargo de él. Pero ella teme que su antigua pareja abuse de ellos, como dice que hizo en el pasado. “No quería ni comer, se la pasaba llorando”, dijo la mujer. “No sé. Nunca imaginé que lo iban a mandar para allá”.Su caso fue publicitado por CBS News.

En Venezuela, país recurrentemente señalado por la Casa Blanca como “Estado forajido” y su presidente constitucional, Nicolás Maduro, de ser un “violador de los derechos humanos” se garantiza a propios y extranjeros atención integral dentro del sistema de salud pública, que sufre los gravísimos embates de un brutal bloqueo económico que incluye suministros y medicamento de uso hospitalario.

Un poco de contraste para cerrar: en medio de la pandemia, para “ardor” de muchos, Venezuela está cobrando notoriedad por el hábil manejo preventivo de la situación, del diagnóstico casa por casa, de la gratuidad de los servicios sanitarios, y muy especialmente, por no negar a los extranjeros, regulares o irregulares de acuerdo a su condición migratoria, la asistencia requerida (en caso de necesitarla) ni ha sido acusada por haber expulsado a ningún extranjero bajo la excusa de la pandemia, mucho menos a menores en situación de desamparo. El sol, como sabemos, no puede “taparse” con un solo dedo.

 

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