Trump, Bolton y Guaidó: el confiado, el sobrado y el bobo

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Uno pecó por confiado, el otro lo hizo por sobrado y el tercero por bobo. A más de un año de la opereta del gobierno interino, han salido a relucir documentos y análisis que hacen más digerible para la sociedad gringa una de las mayores metidas de pata de la Casa Blanca en décadas.

Y una de esas voces, no precisamente muy bendita, es la de Michael Shifter articulista de The New York Times, quien aporta elementos para comprender cómo Donald Trump y John Bolton se anotaron tan mal con un «bate quebrao» de la calaña de Juan Guaidó.

Shifter quien se ha especializado en el estudio académico de América Latina, desde una óptica 100% imperialista, ha puesto sobre la mesa varias verdades: la primera de ellas es que el presidente, Donald Trump, fiel a su naturaleza, confiaba en que el pleito ya estaba ganado.

Trump, tal como revela Bolton en su polémico libro, creía que Venezuela era parte de Estados Unidos. Sin embargo, como señala Shifter a Trump nunca le cuadró Guaidó. De hecho, al poco tiempo de levantarle la mano ya quería sacudirse ese pegoste.

Según Trump, Guaidó sería otro Beto o´ Rourke, es decir alguien que comienza bien algo pero al poco rato se desinfla. En criollo a ese mal le decimos que tiene arrancada de cuarto e’ milla y llegada de jumento. También le dicen buche y pluma.

Pésimo estratega

Por su parte, Bolton erró la estrategia de banda a banda, el exasesor de seguridad nacional del gobierno norteamericano se sentía arrogante. El hombre pensó que cerrando el torniquete del criminal bloqueo, especialmente en lo petrolero, el pueblo bolivariano, su Ejército y su gobierno se rajarían.

Esta es una torpeza que Shifter califica como la idea fantasiosa de pretender implantar la impopular y periclitada Doctrina Monroe. Las mal llamadas sanciones han causado mucho daño sí, pero por el sufrimiento causado a nuestro pueblo, han sido tremendamente impopulares.

Gloria de Libertadores

Y la amenaza siempre latente de una intervención norteamericana, asociada a la imagen del bobo Guaidó, se estrelló con la firmeza de una Fuerza Armada Nacional Bolivariana indoblegable, digna heredera de la gloria del Libertador Simón Bolívar y el Gran Mariscal Antonio José de sucre.

Shifter que sí nos conoce un poco más, tiene que tragar grueso y admitirlo, a pesar de sus infamias: el nacionalismo y el orgullo de los militares venezolanos estropearon los planes de Washington.

Y es que la nuestra fue una epopeya de liberación real a sangre, fuego y lomo de caballo. No en los estudios de Marvel comics con efectos especiales. Y nos guiaron los principios más hermosos que puedan estimular cualquier causa, la indómita pasión de ser libres.

La bajaíta

Es el único ejército que ha salido fuera de sus fronteras a dar libertad a otros pueblos por el solo amor de hermanos. Eso tenía que decirles algo cultural, histórica y sociológicamente, al confiado Trump y al sobrado Bolton, pero se lo estamos diciendo ahora.

El bobo de la yuca, ha quedado como lo que es y siempre ha sido, un perfecto idiota. Un títere, ahora sin cabeza. Lo único que puede exhibir como producto de su bajeza, es que hizo mucho dinero a costa del saqueo patrio, pero pronto «el largo brazo de la ley» hará «tun, tun, tun» en su puerta.

 


 

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