Fiel a su tradición de estupendo provocador, Donald Trump ha vuelto a hacer una de las suyas. El presidente estadounidense se ha negado a confirmar si habrá transición pacífica si pierde la elección este 3 de noviembre.
Esta sugestión ha generado una lógica reacción de rechazo entre los adversarios de Trump, a quienes les parece inadmisible que la pretendida democracia estadounidense se vea envuelta en los escándalos de un hombre que se niega a perder.
Para más caos entre los demócratas, el mandatario aseguró que el pleito por la reelección no terminará en las urnas sino en la corte: «Creo que esto (las elecciones) acabará en el Tribunal Supremo, y creo que es muy importante que tengamos 9 jueces».
Buscando a un nuevo magistrado
Además de afincarse sobre la especulación personal de que pudiera haber fraude en las elecciones; aprovechó la declaración para apresurar la nominación de un noveno juez en el máximo tribunal para ocupar la vacante que dejara la magistrada fallecida Ruth Bader Ginsburg.
Aunque la correlación de fuerzas en el Tribunal Supremo aún es cómoda para los conversadores; Trump parece querer asegurarse un bastión más potente que pudiera formular una ecuación 6 a 3 respecto a los más “progresistas” en el poder judicial.
Joe Biden reaccionó diciendo que no entendía en qué clase de país estaba; y que la declaración de Trump lo dejaba prácticamente sin nada que decir.
Por su parte uno de los republicanos disidentes, el senador Mitt Romney dijo que es inaceptable que el mandatario pretenda evadir la garantía constitucional de la transición pacífica en caso de perder.
No es la primera vez
La declaración de Trump coincide cuando se revelan los resultados de una última encuesta en la que está a 8 puntos de distancia de Biden; y en la que se desprende una insalvable diferencia en el voto latino que apenas un 26% le votaría.
Esta es la segunda vez durante la campaña que Trump no da seguridad de entregar pacíficamente el mando si pierde las elecciones, justificando su falta de respuesta ante la sospecha de que los demócratas preparan un enorme fraude que no estaría dispuesto a admitir.