Tarima para la manipulación en los Latin Grammy

Como si se tratara de una tortura de repetición, una vez más la tarima de una premiación sirvió de trampolín para intentar posicionar, desesperadamente, una tendencia contrarrevolucionaria. En esta edición, en la entrega de los Latin Grammy dedicaron todas sus energías, luces y cámaras para Cuba, alimentando una guerra de cuarta generación despiadada. Esta película ya la hemos visto con diferentes banderas.

De nuevo las mafias del entretenimiento y mundo musical, intentaron meter sus manos para darle pantalla a un mensaje manipulador; a ver si de esa manera logran conseguir sus objetivos. Esos mismos que no han conseguido alcanzar sus metas, ni siquiera patrocinando mega producciones multimillonarias en la frontera entre Colombia y Venezuela en 2019, por ejemplo. Por más selfies y franelas blancas que hubo esa tarde, la supuesta “ayuda humanitaria” no entró ni sirvió de cortina para que ganara la injerencia.

Turno de Venezuela

Si retrocedemos un poco al año 2014, hasta pusieron a Jared Leto a recibir su Oscar y a mencionar al país, que seguramente no conocía, pero esa fue la instrucción. También ese año en los Premios Lo Nuestro, desfilaron banderas de Venezuela boca abajo como protesta en contra del gobierno del presidente Nicolás Maduro. Con lágrimas de cocodrilo toda la “diáspora” que reside en Miami clamaba por las vidas de los guarimberos; los mismos que hicieron de algunas ciudades un infierno en el país.

Esa vez también premiaron a Chyno y Nacho quienes dejaron su baba en el micrófono para hablar de una realidad que no vivieron. Un grito efímero de SOS Venezuela que no tuvo eco, esa vez tampoco les funcionó y triunfó la paz.

Turno de Cuba (otra vez)

Cuba ha estado bajo un bloqueo por más de 5 décadas, se ha mantenido incólume junto a su pueblo que padece las consecuencias de un capricho de algunos; se ha negado a sucumbir ni a ponerse de rodillas o de doblegarse ante los imperios. Porque el imperio puede ser de barras y estrellas, pero también del monopolio en la industria musical de Latinoamérica.

Familias (Estefan y Montaner) que acapararon las producciones y “dedocráticamente” deciden quiénes sonarán más que otros y aprovechan para presentar con Gloria Estefan y premiar una canción que (oh sorpresa) lleva la misma consigna de la campaña contrarrevolucionaria y fracasada que hicieron el pasado 15 de noviembre en las calles de La Habana.

Según publica el diario cubano Granma, la canción -interpretada por un grupo de reguetoneros de origen cubano radicados en Miami- es una construcción política que discursa sobre una realidad y un país inexistentes. Medios internacionales publican que Gabriel Abaroa, el expresidente emérito y CEO (director ejecutivo) del grupo que otorga los premios musicales Latin Grammy habría sido sobornado, por el monto de un millón de dólares, para favorecer al tema contrarrevolucionario Patria y vida como Canción del Año. Para este tipo de artimañas siempre habrá dinero.

Loop eterno

Entonces se recicla un guión que incluye tarima para que la farándula se indigne y vocifere que no le gusta el comunismo en un tuit; tal y como hizo el colombiano Juanes, que también lo vieron en aquella tarde en la frontera vestido de blanco pidiendo paz para su vecino, mientras su país se hunde en una guerra desde hace medio siglo.

“Todo queda en familia” cuando el yerno de Ricardo Montaner y sus hijos, también se llenan de premios para poder alcanzar el micrófono y pedir por la paz de un país en el que no viven y al que no volverán; a menos que sea para dar un concierto y llenar sus bolsillos, ahí sí pueden existir las condiciones para llevar su arte a otra parte.

Nuevamente, en esta edición número 22 de los premios Latin Grammy prefirieron darle espacio a temas alejados del talento de un artista y su capacidad de proyectarse en el mercado. Los tiros de cámara (para nada casuales) hacia Emilio Estefan sosteniendo una bandera de Cuba fue la guinda del pastel.

Escogieron hacer mezclas como Maná y Alejandro Fernández que ni pegaban ni entonaban. Encima dejaron que la amargura y la manipulación desfilaran por la alfombra roja, bajo una lluvia de flashes de cámaras, ubicarse estratégicamente con la pose del momento y escupir la frase para criticar la política desde afuera.

No hay glamour ni honor en eso; seguirá triunfando la paz mientras la conciencia de los pueblos del continente esté clara de quién mueve los hilos de estos títeres de turno y cuáles son sus verdaderas intenciones.

 


 

Victoria Torres: