El sistema económico venezolano, previsto en el artículo 299 de la CRBV, establece la libertad económica y la iniciativa privada, conforme a la justicia social, intervención del Estado, como promotor del desarrollo económico, regulador y planificador de la actividad económica, cuya finalidad es la justa distribución de las riquezas.
Desde la perspectiva monetarista ortodoxa, la inflación es siempre un fenómeno monetario (Friedman), enfoque encarnado desde 2002 en el Nuevo Consenso Macroeconómico y en las políticas recomendadas por el FMI (Blejer).
Estos policy-makers ortodoxos insisten en que la causa de la inflación es la expansión monetaria, así aplican contracción monetaria y fiscal como único medio para controlarla (Friedman).
Mientras, los post-keynesianos entienden a la inflación como la manifestación del conflicto por la distribución del ingreso entre los trabajadores y los empresarios. Con Passinetti decimos: “sin una adecuada distribución del ingreso, no es posible un crecimiento equilibrado, por tanto, el sistema no podría subsistir de otro modo: estaría condenado a la depresión y al colapso”.
Insistimos: esta política de los policy-makers resulta en un grado real de explotación actual de 3.026% y no 268%, es decir, por cada bolívar que recibe el trabajador, el capitalista se apropia de 30 (Curcio).
Entonces ¿cómo enfrentar y combatir los precios desbordados, la desinversión acelerada de los presupuestos públicos, la distribución regresiva del ingreso, la pérdida del poder adquisitivo y los salarios indignos, medidas y efectos promocionados por sectores abiertamente monetaristas ortodoxos neoliberales?
Con Chávez, el petróleo era la clave para apalancar y distribuir el ingreso; éste fue afectado y demolido. Pero ¿y los ingresos por venta de minerales valiosos, raros y estratégicos extraídos dónde están, por ejemplo? Necesitamos por ello una contabilidad transparente, elevar los impuestos a quienes ganan más, impedir la evasión y elusión fiscal, y que el Estado evite la apropiación concentrada de los recursos.
Permitir que el orden mundial postcapitalista imponga los fines al Estado Nación, haciéndolo impotente y a merced de la catástrofe del neoimperio rampante, buitres financieros, del FMI y sus organismos multilaterales expoliadores.
Constituyente.
MARÍA ALEJANDRA DÍAZ MARÍN
@mariaespueblo
Soberanía económica o esclavitud | Por: María Alejandra Díaz Marín
Publicado en ÚN.