Sir Bobolongo: además de pirata, ignorante de la historia

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Juan Guaidó, ahora también conocido como Sir Bobolongo, debe urgentemente estudiar historia, al menos la de su propio país. Sus últimas intervenciones en redes sociales confirman que no sólo es ladrón y pirata. También es necio y profundamente ignorante.

A propósito de los 209 años de la Independencia nacional, este sujeto publicó un tuit, agradeciendo a la reina Isabel II por el apoyo prestado por el Reino Unido a la causa independentista a la largo de toda nuestra vida republicana.

Con semejante afirmación, tanto el caraqueño universal, Generalísimo Francisco de Miranda, como del padre Libertador, Simón Bolívar, seguramente deben haber dado varias vueltas de carnero en el panteón de la gloria eterna donde reposan.

Pruebas contundentes

Si algo demuestra la historia, con pruebas contundentes e irrebatibles, es que el imperio británico jamás ha movido un dedo si no tiene la certeza de obtener enormes beneficios. Esto ha sido así en sus tiempos de mayor poder, y también ahora en su decadencia como satélite de EE.UU.

Como se dice en criollo, los ingleses no dan puntada sin dedal. Con su característica flema se les considera unos “genios” de la diplomacia, porque casi nunca son frontales. Recurren a diversos artilugios, para no mostrar sus verdaderas intenciones. Pero una cosa es segura, siempre actúan en la dirección de sus propios intereses.

Eso explica su apoyo tácito a la actividad de piratería, contra el imperio español por tanto tiempo. A España siempre la consideraron un adversario, pero formalmente la trataron como un “aliado”.  Y esa fue la misma fórmula que aplicaron primero con Miranda y después con Bolívar.

Hipocresía imperial

Hicieron creer, de la boca para afuera, que veían con buenos ojos la gesta independentista, pero nunca apoyaron verdaderamente a la lucha por la libertad americana, al contrario cada vez que pudieron obstaculizar lo hicieron.

Y es que no podía resultarles grato ni Miranda, ni Bolívar, porque la concreción del proyecto de ambos héroes, era diametralmente opuesto a sus históricos intereses. La doctrina imperial ha buscado desde siempre asegurarse territorio y fuentes de materia prima. No les podía gustar el proyecto emancipador de la Colombeia o la Gran Colombia.

Y la historia así lo demuestra. Guaidó tome nota, desde el equipo de Redradiove hemos hecho este recuento muy sumario, para que, por favor, no vuelva a hacer el ridículo internacional.

Miranda esperó del reino británico por un espacio de más de 16 años una ayuda logística y financiera para su proyecto emancipador que jamás llegó con todas las letras. Fue más bien a regañadientes y acomodaticia. El ilustre ensayista e historiador Mariano Picón Salas, lo resume magistralmente:

Poder inhumano

“¡Ingenuo Miranda que cree que un primer ministro de Su Majestad Británica, puede tener sentimientos humanos!. Todo su don de cálculo se estrellará siempre ante Pitt”, refiriéndose a William (Pitt, 1759-1806) hombre fuerte de la monarquía londinense, que recibió en varias oportunidades al caraqueño universal, le escuchó, pero no hizo otra cosa que entretenerlo y retrasarlo.

Y así fue siempre por más empeño que puso Miranda en lograr el respaldo británico, este nunca fue completo. Al contrario los primeros acercamientos del precursor a la Corona inglesa terminaron de mal modo. Ya que el prócer se vio “tratado como un agente de segundo orden. Apenas Pitt, tan falto de formas, tan desprovisto de caballerosidad, le mira como un aventurero y desvalido”.

A su suerte

La llama de la libertad que ardía en el corazón mirandino, nunca le desalentó. Tras más de 15 años de infructuosas diligencias y copiosa correspondencia, finalmente Miranda logra organizar su primera expedición de 1806. Tan solo lo habían dejado que debió reclutar buena parte de sus tropas entre vagos y maleantes de Nueva York.

A la hora de cancelar el dinero para poder utilizar el buque Leander, cayó en manos de comerciantes inescrupulosos como, Samuel G. Ogden, que aprovecharon la vulnerabilidad económica de la empresa para cobrar un interés usurario del 200%.

Con ayudas así quién necesita enemigos. Posteriormente, explica Picón Salas, el gabinete inglés gira instrucciones a sus entonces gobernadores y jefes navales en sus posesiones del Caribe (Cochrane, Dacres, Eyre e Hislop) a no “comprometerse con Miranda de manera pública y ostentosa”.

Censura de lores

El viraje definitivo de la historia vendrá luego, una vez que en 1808 se levanta el pueblo español contra las tropas de Napoleón Bonaparte. El 04 de julio de ese mismo año el gabinete inglés declara solemnemente que la nación española “es su amiga natural y aliada”.

Desde ese entonces se le niega cualquier apoyo a Miranda. Inclusive a mediados del año 1809, el entonces ministro Castlereagh le cursa una amonestación al precursor exigiéndole que cese su intensa actividad como escritor de artículos a favor de la causa independentista.

Después le tocaría el turno en la historia al padre Libertador, Simón Bolívar, tras la caída de la Segunda República, por acción de la furia sanguinaria de José Tomás Boves.

Arruinado económicamente y en el momento de mayor adversidad de la gesta emancipadora, la historia reseña que el Libertador escribe de su puño y letra a su majestad británica casi clamando por un cese de la flemática neutralidad.

Bolívar comprende  

“Vuestra Excelencia no violará de modo alguno la neutralidad de su Gobierno si en un caso tan extraordinario toma el partido de favorecernos con algunos socorros militares”, escribía Bolívar el 17 de junio de 1814.

La respuesta como de costumbre fue una ladina indiferencia. El anhelado y decisivo apoyo vendría de un país hoy empobrecido, saqueado y pisoteado. Haití, la primera nación en conseguir su libertad, fue la que realmente dio un espaldarazo a la epopeya de nuestra liberación.

Con base en esos acontecimientos, Bolívar comprende que el elemento crucial para fortalecer a las tropas del Ejército Libertador no provendría de ayudas extranjeras. Sino más bien de incorporar al pueblo, a los esclavos, los pardos y los indígenas. De ahí vino la base real de unas fuerzas invencibles, que derrotaron al imperio español, libertaron Venezuela y otras cinco naciones.

De Inglaterra no provino nunca ningún apoyo franco y sin condiciones. Por el contrario como demuestra el historiador Salcedo Bastardo, los ingleses se las ingeniaron para buscar formas de sujeción por la vía de los préstamos y el financiamiento leonino.

Robo y corrupción

Mientras Bolívar dejaba el pellejo consolidando la liberación del Perú y Bolivia, la oligarquía colombiana era adicta a las divisas de su Majestad Británica.

“La historia del empréstito inglés es de las más bochornosas. (…) Sobre el dinero conseguido en Inglaterra, escribe Liévano Aguirre: Dominado el país por una poderosa oligarquía mercantil, los fondos del empréstito, que en forma tan profusa llegaron a  manos de los particulares, se destinaron al comercio de importación de textiles y productos ingleses, de manera que ellos regresaron a Inglaterra en corto plazo, sin haber cumplido una verdadera función de desarrollo económico. La disponibilidad de divisas hecha posible por el empréstito no favoreció las importaciones de bienes de capital, maquinaria industrial o instrumentos agrícolas, sino de bienes de consumo, que, en su mayor parte, constituían competencia para productos nacionales similares. De tal manera que los fondos del empréstito sólo sirvieron para satisfacer los costosos lujos de una minoría privilegiada”.

Seguramente esa situación explique la predilección de Francisco de Paula Santander por la corona inglesa y su terco empeño por incluirlos en el Congreso Anfictiónico de Panamá. Bolívar siempre lo tuvo claro. Desde su perspectiva, dejar la unión americana bajo el patrocinio británico, era muy riesgoso.

Formado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil. Todo bien considerado, tendremos tutores en la juventud, amos en la madurez y en la vejez seremos libertos”, concluía el Padre de la Patria.

Qué insignificante, qué poca cosa, se ve Guaidó al lado de hombres tan rectos y heroicos. Le queda demasiado grande hablar de patria, independencia y libertad. Sería bueno que en la cárcel estudie bien la historia, así como el pensamiento de Bolívar y de Miranda.

Esta cita del Padre Bolívar debería aprenderla de memoria: “Cuando me hablan de valor y de audacia, siento revivir todo mi ser y vuelvo a nacer, por decirlo así para la patria y para la gloria”.

Bibliografía mínima:

BOLÍVAR, Simón. Obras completas Volumen I. Librería Piñango. Caracas.

HERRERA TORRES, Juvenal (2007). Bolívar Quijote de América. El Perro y la rana. Caracas.

LIÉVANO AGUIRRE, Indalecio (2011). Bolívar. El perro y la rana. Caracas

PICÓN SALAS, Mariano (2016). Miranda. Monteávila. Caracas.

SALCEDO BASTARDO, J. L. (1972). Bolívar: Un continente y un destino. Instituto Militar Universitario. Caracas.

 


 

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