Sionismo, el cuarto fascismo histórico | Por: Simón Medero

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Digámoslo ya, el SIONISMO posee todos los rasgos ideológicos necesarios para ser definido como una forma de fascismo. En tal sentido, existen suficientes argumentos para considerarlo como una categoría de ese nefasto pensamiento deshumanizador y estudiar su posible inclusión en el Proyecto de Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares, que se encuentra en la fase previa a su segunda discusión.

Como se sabe, el martes 2 de abril del presente año, la propuesta de esta Ley fue consignada ante la Plenaria del Parlamento por la vicepresidenta ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez. El documento consta de cuatro capítulos y 30 artículos y viene a complementar otras leyes previas como son la Ley de los Partidos Políticos y la Ley Contra el Odio por la Convivencia y la Tranquilidad Pública, instrumentos jurídicos que han servido de escudos para contrarrestar los planes y acciones como las que tuvieron lugar en 2014, 2015 y 2017, así como todos los intentos de magnicidio, sabotaje e invasión mediante los cuales se ha pretendido desestabilizar políticamente la República y frenar el proceso disruptivo de la Revolución Bolivariana.

Por todas las razones que intentaremos explicar acá, el SIONISMO representa el CUARTO FASCISMO HISTÓRICO, en alianza estratégica con el imperialismo estadounidense y, por consiguiente, constituye una amenaza axiomática para la paz y la estabilidad, no solo de Venezuela, sino de toda Nuestra América. En consecuencia, consideramos que existen suficientes motivos para que sea tipificado en dicho Proyecto de Ley y así el pueblo venezolano cuente con elementos legales y conceptuales precisos para identificarlo como una manifestación peligrosa del fascismo que atenta contra la integridad individual, familiar y social, pero sobre todo contra nuestra soberanía. Así mismo, estamos seguros que muchas otras organizaciones, movimientos y personalidades que militan a favor de la causa palestina en Venezuela tienen una posición y concepción similar al respecto.

Obviamente, la comparación entre el SIONISMO y el fascismo no es algo nuevo. Existen numerosos estudios y posturas críticas al respecto, y desde bien temprano. Por ejemplo, luego de conocer las terribles masacres cometidas contra palestinos inocentes, antes y después de que David Ben-Gurión declarara la independencia del nuevo “estado de Israel” (14 de mayo de 1948), varios intelectuales y científicos judíos, la mayoría asquenazíes, remitieron una carta al periódico New York Times, el 2 de diciembre de 1948. Entre los firmantes están Albert Einstein, Isidore Abramowitz, Hannah Arendt, Abraham Brick, Rabino Jessurun Cardozo, Herman Eisen, Hayim Fineman y muchos otros. En aquel momento, denunciaban la orientación fascista del recién creado “estado de Israel”, afirmando lo siguiente: “Uno de los fenómenos políticos más inquietantes de nuestro tiempo es la aparición en el recién creado estado de Israel del “Partido de la Libertad” (Tnuat Haherut), un partido político muy parecido en su organización, métodos, filosofía política y atractivo social a los partidos nazi y fascista. Se formó a partir de los miembros y seguidores del antiguo Irgun Zvai Leumi, una organización terrorista, derechista y chovinista de Palestina”.

Sin embargo, a lo largo de nuestra investigación no hemos advertido ningún documento o estudio que afirme que el SIONISMO representa el CUARTO FASCISMO HISTÓRICO. Esta tesis nuestra que hemos venido difundiendo desde hace varios años es, hasta el presente, un enunciado completamente original. Sobre ello hemos teorizado y establecido debates en distintos espacios, así como una campaña sostenida de denuncia, a través de artículos, conferencias, entrevistas, seminarios y foros (Véase “El sionismo en Nuestra América y la demorada latencia en combatirlo”; “Kerman, la sangre redentora de los mártires”; “Mayo palestino: ruta hacia la intifada global”).

Dicho esto, estamos en capacidad de afirmar, categóricamente, que el SIONISMO representa una ideología con características propias, suficientemente documentadas, que se han patentizado a lo largo de más de un siglo, pero que a partir del 7 de octubre de 2023, un mayor despliegue de sus acciones militares cruentas y maniobras diplomáticas, así como en el ámbito discursivo y mediático, ha dejado al descubierto sus más atroces métodos de opresión y sus fundamentos más extremistas, de manera que la opinión pública internacional ha sido testigo, en tiempo real, de su política genocida y el pensamiento que la cimienta.

Otra manera de explicarlo, es que la narrativa sionista se ha difundido mediáticamente desde su ilegítima constitución en 1948 hasta el día de hoy, cuando ha tenido lugar una nueva etapa de total insolencia e impunidad que ha superado con creces todos los umbrales establecidos por la legislación internacional y los organismos multilaterales dedicados al tema de DDHH y seguridad, así como todos los tratados y convenciones en materia diplomática y militar.

En consecuencia, las manifestaciones multitudinarias que se han suscitado en los últimos meses a lo largo y ancho del planeta, en rechazo al genocidio en Palestina, son una prueba de que esta caracterización que aquí presentamos, o una parte de ella, ha sido percibida igualmente por millones de personas del Sur Global. Es decir, las razones que motivan estas movilizaciones no emanan de una única fuente subjetiva parcializada, sino que ha sido una manifestación global espontánea de diversa y heterogénea índole nacional, étnica, cultural, religiosa, política y social.

Es por ello que, sobre la base de irrefutables pruebas, podemos definirla como una entidad racista, xenofóbica, arabofóbica, islamofóbica, traficante de órganos, cristianofóbica, antisemita, genocida, infanticida, culturicida, epistemicida, etnicida, ecocida, colonialista, antidemocrático, sicarial, injerencista, expansionista, militarista, guerrerista, hegemónica, globalista, fundamentalista extremista, ultranacionalista, corporativista y supremacista. Todo ello al servicio de un programa de dominación mundial en marcha.

A continuación, comparto algunas reflexiones y argumentos acerca de la validez de esta categorización propuesta y su impacto en la vida nacional.

En primer lugar, resulta esencial distinguir el SIONISMO del judaísmo. Nada tiene que ver la práctica legal de esta milenaria y respetable religión con una ideología. No guarda ninguna relación la fe religiosa y las prácticas fascistas o fundamentalistas extremistas que son condenadas e ilegales en la mayoría de los países. Ser creyente y practicante del catolicismo, el evangelismo o el judaísmo, por nombrar solo las religiones monoteístas abrahámicas, no tiene conexión alguna con las prácticas fascistas en sus distintas manifestaciones, entre las cuales destaca el SIONISMO. Aclarado esto, se deben identificar las organizaciones y personeros que operan a favor de esta ideología destructora en nuestra patria, con el fin de prohibir su práctica proselitista y propaganda de odio. El boicot económico debe ser una política de Estado para desmantelar este aparato dominador que opera como una franquicia y cuenta con ingentes fuentes de ingreso; esto, con el doble propósito de proteger a Venezuela e impedir la continuación del genocidio en Palestina, al mismo tiempo que contribuya a establecer una red internacional para combatirlo en nuestra región y en todo el mundo, tal y como explicaremos más adelante.

Por otro lado, prohibir las manifestaciones y mensajes supremacistas del SIONISMO es un acto de soberanía y un deber para con la humanidad toda. Venezuela está comprometida con la configuración de un mundo multipolar basado en la justicia y la paz, en la interculturalidad como forma de diálogo, que privilegia la vida y respeta la soberanía de los pueblos. De modo que el SIONISMO no tiene cabida en Venezuela ni en Nuestra América. Debe aplicarse a esta ideología el mismo tratamiento que se le dio al nazismo en su momento y que se le ha venido dando al neonazismo y otras formas de fascismo. Debemos alcanzar un grado de conciencia y un marco legal que permita sancionar a quien de manera pública haga apología del SIONISMO, con las mismas consecuencias que si se tratara del nazismo o del neonazismo. Hay ejemplos de ello en nuestro país, recordemos lo que sucedió en octubre de 2022, cuando un hombre celebró su cumpleaños en un restaurante de Caracas, exhibiendo vestimentas y símbolos del nazismo. La Fiscalía procedió a investigar y sancionar de inmediato. Lo propio debe ocurrir con quienes exhiben los emblemas del sionismo y hagan apología de sus ideas genocidas, supremacistas, colonialistas y expansionistas.

Para lograr esto, debemos comprender lo que es el SIONISMO. El conjunto de rasgos descritos arriba, permite catalogar objetivamente su significación, para no confundirlo como un comportamiento reiterado al que se le asigna el calificativo “fascista”, asociado a sinónimos como violento, reaccionario, despótico, violador de derechos humanos, tiránico o ultraderechista, o como mera expresión doctrinal emergente que reproduce algunos de los fundamentos y métodos propios de los fascismos históricos, como son el modelo italiano de Mussolini, el del nazismo alemán y el español de Francisco Franco, sino como una escuela o rama bien estructurada que se destraba de estos con una carga ideológica propia y sustentada en una serie de mitos, tanto teológicos como del siglo XXI: Mito de la promesa: tierra prometida o conquista, Mito del pueblo elegido y Mito de Josué: purificación étnica; Mito antifascista sionista, Mito de la justicia de Nuremberg, Mito del Holocausto, Mito de la “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” y el Mito del milagro israelí, entre otros (Los mitos fundacionales de la política israelí, Roger Garaudy).

Por estas razones, es posible afirmar de manera decisiva que el SIONISMO constituye el CUARTO FASCISMO HISTÓRICO. Insistimos, no se trata de una manifestación neofascista o una simple variante de los antecedentes históricos. Por el contrario, esta cuarta rama posee identidad propia y su programa expansionista no se circunscribe geopolíticamente al espacio ocupado por Gaza y Cisjordania, que son los límites históricos de Palestina, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo y, que desde el relato mítico es denominado como Judea y Samaria (de hecho, así aparece identificada en el Instituto de Estadística israelí), o los territorios que se encuentran desde el Nilo (Egipto) hasta el Éufrates (Irak), tal y como lo establece el falso Mito de la Tierra Prometida. El SIONISMO ha manifestado, pública y notoriamente, su deseo de abrir un corredor de tránsito comercial o Ruta de la Seda alternativa, que va desde Asia hasta Europa, atravesando los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Jordania y, por supuesto, toda la tierra palestina y su mar Mediterráneo. Un plan de reconfiguración del Medio Oriente o Asia Occidental en desmedro de la soberanía de otras naciones y pueblos.

Como si fuera poco, a lo largo de estos setenta y seis años, el SIONISMO ha estado llevando a cabo, de manera silente y sistemática, una invasión con pretensiones colonialistas de alcance mundial, valiéndose de un conglomerado de corporaciones, organizaciones y servicios de todo tipo. Este conglomerado incluye un descomunal aparato financiero e industrial en distintos ámbitos: bancos, franquicias de comida y producción de alimentos, vestimenta y cosmética; grandes corporaciones mediáticas, culturales y de entretenimiento; las industrias que producen y comercian armas y tecnologías, además de las asesorías en materia de inteligencia militar y policial a gobiernos de derecha y, por supuesto, el aparato de inteligencia, el sicariato transnacional y la industria del mercenariado.

Para decirlo de una manera más descifrable, el SIONISMO y Estados Unidos, sacaron del camino a un competidor muy poderoso en la carrera por el dominio del mundo. Se trataba de Hitler, el cual representaba un obstáculo para cumplir con ese objetivo, de modo que la humanidad entera creyó haber derrotado una amenaza macabra, cuando en realidad y, sin darse cuenta, el mundo estaba pasando de un fascismo que enunciaba a viva voz sus planes y los ejecutaba de forma brutal y torpe, a otro fascismo aún más peligroso y perverso, que apenas comienza a mostrar su verdadero rostro horripilante. Este fascismo de turno ha perdurado en el tiempo debido a sus métodos subrepticios de expansión cultural y económica. El SIONISMO aprendió muy bien las técnicas de la propaganda y su poder alienante. Es por eso que su plan de dominación ha sido paulatino y silencioso, logrando que toda la atención mundial recaiga en el drama palestino mientras ocupa y coloniza espacios peligrosamente estratégicos en la vida cotidiana de nuestros pueblos.

En el caso de Nuestra América y, particularmente Venezuela, esta ideología se ha enquistado en nuestras tierras, bajo distintos ropajes y máscaras. Esta invasión silente responde a un programa de influencia regional, para lo cual ha escogido a la Argentina como plataforma geopolítica, luego de la nefasta ascensión de Javier Milei al poder, quien asumió abiertamente el papel de operador político y defensor de los intereses del Estado genocida de Israel. En pocos meses, Milei ha entregado el país a este régimen y a su principal socio, Estados Unidos de América y ha manifestado públicamente sus intenciones de contribuir a la derrota de la Revolución Bolivariana y de otros proyectos emancipadores regionales.

Así mismo, los gobiernos neoliberales de Ecuador, Uruguay, Perú y Paraguay completan este mapa de alianza prosionista que ya ha protagonizado algunos episodios contra nuestra patria, como es el caso del secuestro y destrucción del avión de EMTRASUR o la constante intromisión del presidente La Calle y Milei en los asuntos internos de Venezuela. Esto devela el propósito colonialista al que hacemos referencia y que no se reduce al asesoramiento y acompañamiento de estos gobiernos genuflexos, sino que se materializa con importantes relaciones comerciales, compra de armamentos, asesorías por parte del Mossad, la irrupción de empresas y comercios, la compra de propiedades y tierras en todos nuestros países. Peligrosamente, el sionismo queda implantado en el corazón del Continente, poniendo en riesgo la seguridad y paz de esta región, muy particularmente de nuestro país. Venezuela, por su condición de proyecto disruptivo e insurgente, antagónico al SIONISMO y al imperialismo, por su talante decolonial y contrahegemónico, se ha convertido en un objetivo militar. Venezuela está en la mira del SIONISMO y todas las acciones de sabotaje y desestabilización que han ocurrido en nuestra nación desde el triunfo de la Revolución Bolivariana, deben señalar directamente a ese enemigo como uno de los autores materiales e intelectuales.

De hecho, hay pruebas fehacientes sobre cómo algunos medios de comunicación, organizaciones y particulares representan los intereses del SIONISMO en Venezuela. Algunos de estos medios, muy conocidos y de difusión masiva, han servido de tribuna para la publicación de artículos en los que sus autores, abierta e impunemente, manifiestan su adhesión al SIONISMO, hacen proselitismo a favor de esta ignominiosa ideología y justifican el genocidio en Palestina. Mediante un discurso completamente dogmático, cargado de odio hacia el pueblo palestino y hacia el islam, aplauden las atrocidades de Israel, intentando lavar la imagen del ente sionista y confundir así a la población venezolana, al calificar a la verdadera víctima de esta tragedia, el pueblo palestino, como un victimario y, al SIONISMO, como la víctima lacrimosa. Igual sucede con el evangelismo sionista o fundamentalista que actúa como aparato difusor de esa ideología, de sus alegatos y falsos mitos teológicos, culturales y étnicos, manipulando la noble fe de los creyentes y convenciéndolos de que deben apoyar irracionalmente a Israel y su aborrecible genocidio.

El SINIONISMO es la expresión más vergonzante del modelo civilizatorio de la Modernidad Capitalista y su función es servir de brazo ejecutor de las tareas expansionistas y colonialistas más barbáricas que le asigna Estados Unidos y las que por sí mismo se ha trazado sobre la base de los mitos arriba mencionados. Una amenaza que se torna cada vez más peligrosa en la medida en que se acentúa la decadencia de la unipolaridad hegemónica occidental. Por tanto, el SIONISMO no es un mero espantajo, sino un peligro cierto de alcance global y su remedio debe concebirse dentro de esa misma escala. Por ello, celebramos que este criterio internacionalista se haya incluido en el “Proyecto de Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares”, en su artículo 8: “Red internacional contra el fascismo para articular consolidar iniciativas en ámbitos global regional y subregional”. Esta claridad conceptual y táctica coloca a este Proyecto a la vanguardia de la lucha mundial antifascista y lo convierte en un ejemplo invaluable para todas las naciones que han fijado posición ante esta ideología y sus múltiples manifestaciones, incluyendo el SIONISMO.

Como ya afirmamos, el SIONISMO, como todo fascismo histórico, por su estirpe supremacista posee apetencias de dominio mundial. Es por ello que opera ideológicamente a partir de una macabra dicotomía no dialéctica de HUMANO/NO HUMANO que sirve como patrón para calificar a los países que podrían ser objeto de colonización. Esto significa que los eventos genocidas que tienen lugar desde hace más de seis meses en Palestina – momento climático de un exterminio étnico y cultural en marcha desde hace 76 años- no deben ser ajenos ni lejanos a nuestra Revolución y al pueblo venezolano. En cualquier momento, nuestra sociedad puede ser catalogada como infrahumana y Venezuela puede ser objeto de una palestinización. Se trata de un enemigo común que no solo se sitúa geográficamente allá, en Asia Occidental, sino que está entre nosotros. Este enemigo ya cuenta con bases militares y organizaciones aliadas en la región y con gobiernos títeres al servicio de sus intereses.

¿Acaso los eventos de 2014, 2015 y 2017 en Venezuela, las denominadas guarimbas, no fueron parte de un plan premeditado que contó con la asesoría del Mossad y la CIA? Esas acciones de calle fueron ejecutadas siguiendo un patrón de exacerbada brutalidad y crueldad, métodos aprendidos de una escuela que no es difícil identificar. Además, aquellas expresiones violentas no pueden ser catalogadas nunca como una rebelión o insurgencia, dado que estas son formas de lucha disruptivas exclusivas de los pueblos y no de las oligarquías o burguesías nacionales. No fue espontáneo, sino artificial. Contaron con recursos y organización, respondieron a un direccionamiento externo. Se trató sencillamente de una “masa enardecida, que responde corporativamente a un orden jerárquico (patrón, organización, funciones, salario) establecido por la dirigencia ultraderechista venezolana -que a su vez reporta al sionismo y al aparato político militar de USA-“ (…) (Luis Navarrete Orta y Ramón Medero, Contrarrevolución fascista: la insurgencia vergonzante del capitalismo en Venezuela, UBV, 2017).

El supremacismo sionista ha querido normalizar la violencia contra los excluidos y los sectores más vulnerables de la sociedad, naturalizar el exterminio y la muerte. El modelo civilizatorio de la Modernidad capitalista que el SIONISMO y EEUU han edificado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se sustenta precisamente en esta subjetividad deshumanizadora. De allí que el fascismo en el poder solo podrá desear “una sociedad ideal homogénea y perfecta, sin lucha de clases, sin antagonismos. Una sociedad donde el sistema de relaciones se produce solo entre individuos y corporaciones, entre sectores y el libre mercado. La tranquilidad y la seguridad son dotadas por la superestructura capitalista, pero a un alto precio. La estabilidad del mercado procura la estabilidad individual y social. No le importa la Historia, el pasado le incomoda porque pone al descubierto sus viejas, pero vigentes artimañas de dominación. Solo se nutre de la inmediatez y de lo material. Excluye a los desposeídos, gobierna contra ellos y no para ellos. Todo lo que le parece diferente, improductivo e imperfecto le estorba y desea eliminarlo, reducirlo. No está dispuesto a perder recursos en ello y por eso es homofóbico, machista, eugenésico, xenófoba, misógino, clasista, racista, moralista y beato, por un lado; abyecto y repudiablemente cruel por el otro. Es una sociedad deshumanizada y deshumanizadora. Alienada y alienante” (Luis Navarrete Orta y Ramón Medero, Contrarrevolución fascista: la insurgencia vergonzante del capitalismo en Venezuela, UBV, 2017).

Sobre la base de estos argumentos, reiteramos nuestra afirmación de que el SIONISMO cuenta con todos los elementos caracterizadores del fascismo y, por tanto, cabría perfectamente su mención y tipificación en el documento del Proyecto de Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares. Como hemos pretendido demostrar acá, desde nuestra perspectiva, constituye un FASCISMO HISTÓRICO. Pero más allá del debate teórico, el SIONISMO es, a todas luces, una forma de fascismo que amenaza la paz y la estabilidad socio política y económica de nuestro país y de Nuestra América. Sería de mucha trascendencia un gesto de esta naturaleza, con un gran impacto político jurídico en el ámbito mundial. Otro valiente testimonio de que nuestra Revolución Bolivariana, coherente con su política internacional antisionista, heredada del comandante Chávez y continuada por el presidente Nicolás Maduro, está profundamente comprometida con la causa Palestina, con la rehumanización del mundo y la erradicación del SIONISMO. Palestina está llamada a convertirse en el epicentro de la Justicia y la transformación espiritual de toda la humanidad, y Venezuela la acompaña.

 

 

RAMÓN MEDERO

ÚN.


 

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