Un recibimiento en el Congreso de los Estados Unidos en plenaria para un extranjero, civil, sin méritos o galardones científicos, culturales o humanistas, sin ser héroe de guerra ni ser condecorado, y sin haber recibido ninguna distinción por parte de multilaterales internacionales, es un imposible. Así de simple. Incluso es más factible un recibimiento informal en la Casa Blanca, (como de hecho sucedió) ha recibido en el Congreso norteamericano. Aunque, seamos honestos, esta institución está revestida de un prestigio colosal, si lo miramos en frío y desprovisto de toda la rutilancia del show de Washington, solo encontraremos un parlamento en donde lo que más abunda son los lobbys concertados en medio de una constante danza de millones.
Y Guaidó, con menos méritos que Hitler para ser recibido, es homenajeado en ambos escenarios con estruendo mediático mundial. La cadena CNN, devuelve la pelota al otro lado de la cancha caracterizando al autoproclamado como lo que ya ni siquiera es, si es que en algún momento se puede considerar que lo sea: Presidente de la Asamblea Nacional. Se preparó un escenario con la específica intención de favorecer a Trump, de cara a las elecciones primarias, en las que el magnate no las tiene todas consigo. Guaidó es poco menos que un tonto útil.
La puesta en escena intenta venderlo como un elemento clave en la reconciliación entre demócratas y republicanos en torno al menos, a una idea común: desalojar a Nicolás Maduro del poder. Guaidó no tiene ni siquiera la capacidad de mantener unidad y coherencia dentro de la derecha venezolana que él representa. O que represento, para ser más exactos.
Sus vínculos excesivamente íntimos con el narcoparamilitarismo colombiano le definen como parte de la delincuencia más peligrosa del continente americano. De eso no hay ninguna duda. El recibimiento dado a su regreso, es tan lejano a lo que se podía esperar que no se puede mirar más que como una tragicomedia. Esta demás decir que ningún honor militar le da la bienvenida, es tan solo un ciudadano que minutos después, ni siquiera cédula de identidad va a tener.
La dignidad de los empleados de Conviasa fieles a la patria hicieron la diferencia. Una caravana de insultos le esperaba a su salida del aeropuerto. Guaidó había lanzado un reto muy arrogante, llamando “payaso” al primer mandatario, le conminaba a salir a caminar las calles. No hay una mejor manera de hacer el ridículo que cuando lo hacemos a partir de nuestra propia torpeza.
¿Qué trajo el hombre autoproclamado?
Varias cosas: El guión de la Casa Blanca, un discurso cada vez más incoherente y un aplauso.
El triste ocaso de un alucinado títere del imperio…
Fidel Madroñero.