Si alguna virtud ha tenido el “gobierno” autoproclamado de Juan Guaidó, es aunque parezca mentira, la coherencia. Se ha rodeado de personeros poco célebres, con historiales de asesinatos, violencia y sobre todo una alta dosis de pitiyanquismo. Como es el caso del ex comisario, prófugo de la justicia Iván Simonovis, quien por sus habilidades de espía, escapista y terrorista, fue ascendido a “comisionado de Seguridad” de la nada.
El último acto de provocación de los Estados Unidos (EE.UU.), no estaría completo sin una amenaza contundente a la seguridad nacional y a la soberanía, he allí la razón de la invitación de Simonovis al Estado de la Unión del Presidente Donald Trump, en el que aprovechó de entregar una misiva donde afirma que:
«En Venezuela, hay dos Soleimani, Diosdado Cabello, miembro frustrado de las fuerzas armadas que crearon una estructura militar intrincada y corrupta para matar a cualquiera que se oponga al régimen. La otra persona es Tareck El Aissami. Un ciudadano sirio-venezolano con profundos vínculos con Hezbolá, que garantiza que el dinero que financia a todos los activistas criminales relacionados con esta mafia, continúe fluyendo. Puedo garantizar con toda seguridad que Venezuela es hoy en día, la empresa de lavado de dinero más grande del mundo»
Acusación que evidencia su desespero ante la falta de resultados y cargada de una fuerte sed de sangre, que no solo pone en riesgo la seguridad de los millones de venezolanos que desde Venezuela resisten el asedio político y económico, sino que manifiesta su ignorancia sobre lo que representaba el General Soleimani para la causa de los pueblos del mundo Árabe, que lejos de insultar a los líderes chavistas, los eleva a un sitial de honor, que los coloca a la vanguardia de la lucha justa de un pueblo que defiende su derecho a existir como patria libre y soberana.
