La agenda política continuará siendo un frente de primera línea. Especialmente, con la renovada Asamblea Nacional y las distintas comisiones creadas para consolidar la paz institucional, que hemos alcanzado a fuerza de votos. No obstante, hay un tema en la bitácora que se erige como el principal foco de orientación, hacia el futuro: nos referimos sin duda al campo de la economía.
Las secuelas del bloqueo criminal han dejado heridas lacerantes en el sistema de protección social, legado por el Comandante Chávez. Por si fuera poco las restricciones impuestas por una dinámica de pandemia (covid-19), para nada favorecen una mayor productividad. Sin embargo, en el horizonte se perfilan un conjunto de oportunidades, cuyo cabal aprovechamiento será crucial para lograr ese anhelado despegue económico.
Uno de los ámbitos con mayores potencialidades es el sector petrolero. Venezuela sigue siendo una potencia indiscutible en materia energética. Contamos con la mayor reserva probada de petróleo del mundo, inclusive por encima de Arabia Saudita. De manera, que es vital un proceso de reestructuración a fondo en el seno de la industria petrolera, para acelerar una reactivación integral.
Nudos que se desatan
Desde diversos ámbitos se especula que habrá un lobby de presión sobre la nueva administración de Joe Biden, para que se flexibilice el bloqueo. Sobretodo, en el campo de los hidrocarburos. Y es que empresas españolas, indias, francesas y norteamericanas, entre otras, han dejado de ganar mucho dinero, producto del absurdo bloqueo que dejó la era nefasta de Trump.
Internamente, la casa matriz PDVSA se ha visto muy afectada. Tanto por el bloqueo, como por focos de corrupción y mala gestión. Esto debe ser atacado y corregido a fondo. Es cierto que tenemos la vista puesta en un futuro modelo diversificado. Sin embargo, tampoco lo es menos que el tránsito del rentismo a la productividad, necesariamente tendrá que estar apalancado en el ingreso petrolero. Es una realidad concreta.
Para ello es urgente un «reseteo» de la industria, mediante procesos simultáneos de reingeniería interna. Estos deben abarcar las actividades intrínsecas a la dinámica petrolera, como son exploración, producción y distribución. Al igual que la estructura de recursos humanos.
Palanca de reactivación
Una industria petrolera saneada será una palanca fundamental de la reactivación económica. En paralelo a todo ese proceso, debe abrirse el compás a la captación de nuevas inversiones. Esto se ha anunciado como parte de la Ley Antibloqueo.
La inyección de nuevos recursos es fundamental para estimular la producción en una economía tan cruelmente atacada y con tanto ensañamiento. En esa línea apunta también el establecimiento transitorio de un esquema cambiario dual.
Con la reciente aprobación de la emisión de tarjetas de débito en dólares, se busca facilitar las transacciones cotidianas de la gente común. Pero también brindar más elementos a las autoridades monetarias para la defensa del bolívar.
La estabilización del mercado cambiario se perfila también como un asunto vital, para estabilizar a su vez los precios, e impedir que el poder adquisitivo de la clase trabajadora se siga viendo tan mermado.
Al buscar mecanismos para una mayor generación de ingresos, aumentan las posibilidades de indexar los salarios. De manera que se pueda garantizar el acceso de la familia venezolana a los principales bienes y servicios.
El reto para hacer despegar la economía venezolana es sumamente complejo. Sin embargo, contamos con todo lo necesario para lograrlo. Es hora de deponer los intereses personales y sumar a la causa común del desarrollo nacional. El año bicentenario de nuestra independencia nacional es una excelente oportunidad para lograrlo. En Venezuela sí hay futuro.
DANIEL CÓRDOVA ZERPA
@dcordovaster
