Washington D.C. es en vísperas de la juramentación de Joe Biden la metáfora de una zona de guerra, pero sin escombros por ahora.
Para prevenir que no se generen desastres o protestas violentas, el servicio secreto de ese país ha dibujado sobre la capital “zonas verdes” y “zonas rojas” en la que estarán vigilada o restringido el tráfico.
Las áreas protegidas por esta estrategia de seguridad son La Casa Blanca, el monumento a Lincoln, el Capitolio y el National Mall.
El objetivo es que no se produzcan manifestaciones violentas y tampoco el bochorno de la toma de edificios, como si EE.UU. fuera el escenario similar de los demás países que desestabiliza.
Después de la toma del Capitolio el 6 de enero, existe información de inteligencia de que supuestamente se planifican protestas violentas con simpatizantes de Trump armados en los 50 estados del país.
Como en Bagdad
De acuerdo a la dinámica de las zonas de seguridad en Washington D.C., en las verdes “el tráfico de vehículos está restringido a los residentes o negocios dentro del área restringida, y el persona de la Guardia Nacional ayudará a verificar el tráfico que accede a la zona verde”, según ha explicado el servicio secreto estadounidense.
Mientras tanto en las zonas rojas estará cerrado todo el tráfico “a excepción de los vehículos autorizados”.
En la capital norteamericana han declarado el estado de alerta. Esta situación ordenada por Trump estaría vigente hasta el 24 de enero; y según habría hecho esto para prevenir desórdenes en vísperas de la inauguración de la nueva administración.
El esquema de zonas verdes y zonas rojas ha sido comparado con el que aplican las fuerzas de ocupación de EE.UU. en Irak, las cuales han ordenado a Bagdad en un mismo sistema. La situación ahora hace pensar que los norteamericanos se protegen de sí mismos por la sospecha extendida entre el trumpismo de que el sistema democrático les ha fallado.