Recientemente se conoció que la llamada Ruta de la seda, que mantiene el gobierno de la República Popular China, está causando cierto escozor en las economías del mundo, en especial en aquellas que pretenden dominar los mercados para beneficio propio.
En enero de 2018, luego de la reunión con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) aclararon que los países de la región «forman parte de la extensión natural de la ruta de la seda marítima y son participantes indispensables de la cooperación internacional del proyecto Cinturón y Ruta». No tiene ese nombre por casualidad, está emulando la estrategia, así como lo hicieron las vías comerciales que permitieron exportar seda china desde el siglo I AC.
La ruta abarcaba casi todo el continente de Asia, conectando a Mongolia con China, el subcontinente indio, África, Europa, Siria, Turquía, Arabia y Persia. Esta legendaria a través de la cual durante siglos transitaron caravanas que comerciaban con productos provenientes de Oriente y de Occidente, además de esto también funcionó como un puente a través del cual se transmitieron ideas, conocimientos y también los fundamentos del budismo y el islamismo.
La iniciativa de Pekín consiste en desarrollar una franja de corredores terrestres entre países y una ruta de navegación para uso comercial que van desde Asia hasta África, pasando por Europa Oriental.
Más de 70 naciones se han integrado a este proyecto que implica cientos de miles de millones de dólares, anunciado por Xi en 2013 y visto por algunos como una ruta de la seda del siglo XXI.
China busca países más que todo que no tienen acceso a los mercados financieros internacionales, ya son 19 países latinoamericanos los que han suscrito la Ruta de la Seda. Con o sin Cinturón y Ruta, China ya es un actor protagónico en América Latina, donde sus bancos de desarrollo prestaron US$150.000 millones en los últimos 12 años.
En el II Foro de las Nuevas Rutas de la Seda se reunieron 150 países y China supuso el acuerdo de 283 objetivos por casi 64.000 millones de dólares. La Ruta de la Seda, conocida como la Franja y la Ruta, es el plan estrella lanzado en 2013 por el presidente chino Xi Jinping para convertir a China en el indiscutible líder mundial. Según un artículo del analista Luis Gonzalo Segura, el plan ya ha supuesto a China una inversión de 460.000 millones de dólares, cifra que superará, según las estimaciones, el billón de dólares y puede llegar incluso a los ocho billones.
Lea también: El FMI quiere limitar a China