Rusia insiste con Siria y EE.UU. se resiste

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Según informó el domingo “PlaneRadar”, un avión Boeing P-8A Poseidon del Ejército de EE.UU. realizó un vuelo de reconocimiento en la costa occidental de Siria, y se acercó a la parte occidental de la base aérea rusa de Khmeimim o Hmeimim. Conforme a los informes, el avión estadounidense despegó de la base aérea italiana Sigonella y se dirigió al Mediterráneo oriental antes de acercarse a la base aérea Khmeimim.

El incidente se produce después de que el pasado mes de abril, aviones de EE.UU. realizaran un vuelo de reconocimiento similar cerca de Khmeimim y otro cerca de las fronteras de Rusia con los Estados bálticos. Todo esto sucede un día después de filtrarse a los medios, el envío de dos nuevos buques llenos de tanques, según informó el sábado el fotógrafo y observador marítimo Yoruk Isik, “dos buques de carga rusos han cruzado el estrecho del Bósforo, en Turquía, con dirección a las costas sirias”, recogió el portal sirio Al-Masdar News.

Se trata del LST Saratov, del proyecto 1171 (clase Tapir), y el LSTM Novocherkassk 142, del proyecto 775 (clase Ropucha). Ambas naves pertenecen a la Flota del mar Negro de la Armada rusa. Los buques, cargados con gran cantidad de tanques y vehículos militares cruzaron el estrecho de Bósforo —que conecta el mar Negro con el Mediterráneo— rumbo a la ciudad portuaria siria de Tartus (oeste), donde Rusia cuenta con una base naval : (Khmeimim).

Ya el mes pasado, Rusia había enviado un poderoso submarino a la región: El sumergible de ataque convencional de la “Flota del Mar Negro”  abandono las costas rusas en el marco de su despliegue a larga distancia en el mar Mediterráneo, según  la agencia estatal rusa de noticias TASS. El “Rostov-on-Don” y tenía planeado transitar el lunes por la noche el estrecho del mar Negro.

Fuentes citadas por TASS no especificaron si el submarino reemplazaría al submarino “Krasnodar” del mismo tipo actualmente desplegado en el Mediterráneo o si se uniría a la Flota rusa del mar Negro.

La Armada rusa ha atacado en varias ocasiones las posiciones de terroristas en Siria, utilizando los submarinos convencionales del Proyecto 636.3 de la Flota del mar Negro, desplegados en el Mediterráneo.

Previamente, un caza Su-35 ruso interceptó un avión espía P-8 Poseidon de la Armada estadounidense cuando sobrevolaba el mar Mediterráneo rumbo a la base rusa de Khmeimim, en el noroeste de Siria.

Según informo en su momento el portal ruso de aviación “Avia.Pro”, un caza modelo Su-35 ruso interceptó la semana pasada un avión de reconocimiento P-8 Poseidon de la Armada estadounidense cuando se dirigía hacia la base rusa de Hmeimim, en el noroeste de Siria.

Aunque la información todavía no ha sido confirmada por el Ministerio de Defensa de Rusia, el medio publicó una fotografía en la que se muestra cómo el Su-35 ruso se acercó a la aeronave norteamericana a una distancia aproximada de 7 u 8 metros. Hmeimim es la base aérea más importante de la Fuerza Aeroespacial rusa en Siria, cerca de la cual los aviones de espionaje de EE.UU. han realizado con frecuencia vuelos de reconocimiento para recopilar datos sobre la presencia militar rusa.

En julio de 2019, salieron a la luz varias fotografías capturadas por satélite de la base de Hmeimim, en las que aparecieron decenas de aviones militares avanzados de las Fuerzas Armadas rusas, entre ellos, 22 aviones de guerra Sujoi: siete Su-24, cuatro Su-25, siete Su-34 y cuatro Su-35.

A pesar de las presiones de EEUU, Rusia no cesa en su pretensión, (comprensible) de acabar con cualquier grupo terrorista que se oponga al gobierno constitucional de Al Assad. Como se sabe, estos grupos o facciones, han sembrado de muerte y destrucción a la nación árabe, inspirados por la necesidad imperial de controlar la región entera, dada la importancia geopolítica que tiene la zona para la Casa Blanca, en función de Israel como actor principal, en medio de un complicado tablero de ajedrez.

Moscú ha informado de manera oficial que en los últimos dos años ha podido destruir 118 drones de los terroristas que atacaron su base aérea. Y ha lanzado a Washington una severa advertencia de no intervenir en su agenda para la región. Para la nación eslava, el conflicto bélico interno de Siria, supone contratiempos de gran calibre, pues mas allá de afectar los intereses comerciales de Rusia y sus aliados, representa un enorme escollo para alcanzar un nivel mínimo de paz, entre los actores adheridos a este conflicto.

El presidente ruso, Vladimir Putin, considera la rebelión contra el gobernante sirio como “una amenaza contra los intereses nacionales rusos”. Cuando al Asad estaba en sus horas más bajas evitó la caída de su viejo aliado con una intervención militar.

Putin ha defendido a al-Asad desde que comenzó la rebelión contra él en 2011, durante la “Primavera Árabe”. Para el líder ruso, el alzamiento era una amenaza contra los intereses nacionales rusos. Aunque Damasco es un viejo aliado de Moscú en la región, el Kremlin no intervino militarmente de forma directa hasta septiembre de 2015 cuando al Asad parecía a punto de perder la guerra, acosado por grupos extremistas, como Estado Islámico, y por organizaciones rebeldes consideradas ‘moderadas’.

Hasta entonces, Rusia había apoyado a al Asad en el frente diplomático, emitiendo múltiples vetos en Naciones Unidas para impedir la aprobación de resoluciones dirigidas al lograr el debilitamiento y la eventual salida del mandatario sirio.

La intervención rusa en Siria es vista en el contexto de su creciente uso del poder militar en el exterior. Putin, que heredó el poder en el 2000 en una Rusia desmoralizada, ha retomado el nacionalismo expansionista ruso de la época soviética y zarista, con el fin de reivindicar un área de influencia en su región. Esa aspiración geopolítica explica también las intervenciones en Georgia (2008) y Ucrania (2014). En el Medio Oriente ese interés no es nuevo. Rusia ha buscado desde hace décadas un acceso seguro al mar Mediterráneo para establecer rutas comerciales con los países de la región. Según un conteo de la revista Newsweek, en los últimos dos años Putin ha recibido a líderes del Medio Oriente en 25 ocasiones, cinco más que lo hizo Barack Obama.

 


 

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