Dos semanas después de haber jurado como el cuarto presidente de Perú en los últimos 4 años, Francisco Sagasti reciente el primer sacudón de su gobierno.
El Ministro de Interior Rubén Vargas renunció después de haber empezado una polémica purga en la cúpula de la policía que parece terminó mal.
Esta situación le ha puesto en contra del organismo de seguridad, la cual se estaría preparando para una probable huelga como reacción a las medidas del nuevo gobierno.
Vargas había pasado a retiro a toda la cadena de mano superior de la policía; y según los críticos de la medida, lo habría hecho así para abrirle paso de un solo brinco al general que quería para ese puesto.
Todo salió mal
A pesar de ser un movimiento arriesgado, Sagasti se las jugó en defensa de su Ministro y la medida de reestructurar la policía; pero inesperadamente el ahora exfuncionario presentó su dimisión admitiendo que su medida “ha causado malestar entre el personal de la policía”.
La actuación de los organismos de seguridad durante las protestas populares de las últimas semanas habría sido el argumento para reordenar al componente con el propósito de investigar a los culpables y adecuarlo para una mejor actuación.
Días antes de la renuncia, el destino de Vargas en el Ministerio de Interior parecía un poco más largo luego de revelar la detención de varios integrantes de una presunta célula política del otrora grupo guerrillero Sendero Luminoso.
El operativo le colocó mediáticamente como un funcionario resuelto a hacer su trabajo, pero el idilio se disolvió con el conflicto latente con la policía.
Otra crisis
Pero la renuncia del Ministro del Interior no es la única que tiene que abordar el reciente gobierno de Sagasti. Además del frente interno en su gabinete, también enfrenta el desarrollo de una huelga de trabajadores agrícolas. Ellos reclaman la derogación de las leyes laborales vigentes desde el régimen de Fujimori, el cual menoscaba desde entonces sus derechos.
