Por Darío y El Chino, hacia la victoria perfecta en diciembre

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La pandemia de la covid-19 nos va dejando duras enseñanzas. Con este condenado virus hemos aprendido a vivir con el odioso distanciamiento físico y la asfixiante mascarilla. Todos estamos bajo sospecha. Obviamente, para un pueblo caribe, vibrante y generoso como el nuestro, acostumbrado a sentir y expresar intensamente, ésta para nada ha sido una experiencia fácil. Pero a 6 meses de las medidas especiales de cuarentena, vamos comprendiendo la nueva dinámica y empezamos a darle forma a la nueva normalidad. Aunque no hemos bajado la guardia ni un momento, hay que admitir que un minúsculo grupo de personas irresponsables han contribuido a generar brotes, especialmente en las grandes ciudades como Caracas. Pero el gobierno, los organismos de seguridad y las comunidades organizadas han estado en pie de lucha, redoblándose en la extenuante tarea de contener la pandemia, sin que se detenga la actividad productiva.

En esta guerra sin cuartel, líderes de primera línea en las filas revolucionarias se han infectado con el virus. Y el pueblo ha estado allí expectante pidiendo por la recuperación de sus baluartes. Por fortuna, la gran mayoría de los que han afrontado el trance han salido airosos. Sin embargo, en una guerra así como hay ganadores, indefectiblemente se producen bajas. La prematura partida de Darío Vivas, sin duda es un golpe noble para la militancia revolucionaria.

Darío el guerrero incansable, Darío el héroe cotidiano, como le definió Jorge Rodríguez. La chispa, el dinamo, la bujía de todas las movilizaciones. Como jefe de gobierno del Distrito Capital se las jugó en la primera línea de batalla, como todo un valiente. Hasta el último momento recorrió las calles megáfono en mano orientando a la ciudadanía, sembrando conciencia. La pandemia le plantó cara y él como siempre aceptó el desafío. Cayó en combate, como caen los grandes. Pero su ejemplo no cayó en el vacío. Aquí está un pueblo organizado para la victoria, decidido a darle continuidad a su incansable labor política.

Un Chino “come candela”

El fallecimiento de Darío Vivas vino a ahondar la tristeza, por la pérdida de otro líder orgánico. Otro de los imprescindibles nacido de la entraña popular. El hombre afable, aguerrido para el combate. El valle-cochero incansable para el trabajo. Pero con la genialidad del buen humor que define a las personas inteligentes. El que nunca se olvidó de sus orígenes humildes y quien en las más altas majestades, siempre abría un espacio en su apretada agenda, para escuchar al pueblo y ayudarlo.

Esa sencillez, ese autentico don de gente, así como la genuina sensibilidad para conectarse con las necesidades de los humildes y empujar el carro en la búsqueda de soluciones, le hicieron un revolucionario a carta cabal. Así fue en vida José “El Chino” Salamat Khan Fernández. El dirigente sindical, el luchador social “come candela” de la UCV, el constituyente, el fundador junto al Presidente, Nicolás Maduro, de la Fuerza Bolivariana de los Trabajadores y el Frente Constituyente de los Trabajadores. El economista preocupado por la diversificación económica, con una infinita capacidad de trabajo. Todo eso y muchas cosas más representó Khan en una fulgurante carrera político-sindical de más de 30 años de servicio. Su cambio de paisaje, también impacta y conmueve en lo más hondo.

Del dolor a la victoria perfecta 

Así son las luchas revolucionarias. Unos parten, y nos dejan el compromiso ineludible a los que nos quedamos de continuar en batalla. La lucha contra la covid-19 ha sido dura. Y todo se hace aún más complicado, cuando el asedio de los halcones norteamericanos se acrecienta, en forma directamente proporcional a la cercanía de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2020. Como lo han anunciado claramente, sin ambages, vienen tiempos de nuevas y más duras agresiones. Este momento histórico demanda como nunca antes: máxima consciencia, nervios de acero y la certeza de que nos encaminamos hacia una victoria perfecta. Por Darío y por el Chino, bien vale la pena continuar en combate. Ese es el camino que nos conducirá hasta la victoria definitiva contra el impresentable Guaidosismo.

 

 

 

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