Pobreza crítica en tiempos de pandemia: escenarios y perspectivas | Por: Elio Córdova

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La economía es una ciencia social que se encarga de estudiar las leyes que rigen la producción, distribución, cambio y consumo. En el marco de este complejo proceso surgen relaciones sociales de producción que, en el contexto del sistema económico capitalista y su mecanismo de expansión, inexorablemente reproducen las condiciones sociales para la existencia de una clase social que concentra la riqueza creada en pocas manos, versus una clase social que, a duras penas, puede costear los gastos necesarios para garantizar su reproducción en el tiempo. Según esa óptica, la pobreza es «un mal necesario», la antítesis de la opulencia. Son dos caras de una misma moneda con intereses antagónicos e irreconciliables.

En este sentido, todas las instancias de la superestructura social –universidades, religión, familia, cultura y medios de comunicación, entre otras– están alineadas para reproducir y perpetuar la lógica inherente a las relaciones sociales de producción dominantes.

La pandemia ha impactado significativamente en todas las estructuras económicas del mundo, ocasionando fuertes contradicciones sociales que han puesto de manifiesto el carácter estructural de la pobreza mundial. Sobre todo, en las economías subdesarrolladas, donde se ha incrementado significativamente la desigualdad social, política y económica. Ello evidencia la hipocresía mediante la cual el pensamiento dominante a través de sus organizaciones: BM, FMI,ONU, entre otras, ha venido posicionando en la opinión pública –una sociedad podrida en antivalores la falsa idea o quimérica calma de que el problema «pobreza» está bajo control o peor aún se está resolviendo, pero «gradualmente».  

Pero la cruda realidad es otra. Según el propio Banco Mundial, la pobreza se incrementará como resultado de las perturbaciones causadas por la covid-19. A la sazón de las consecuencias de acciones bélicas y el cambio climático, la estimación indica que un conglomerado significativo de personas que había logrado escapar a la pobreza extrema, podrían volver a ella (entre 88 millones y 115 millones más de personas en pobreza extrema, lo que llevaría el total a un rango de entre 703 millones y 729 millones de ciudadanos).

Los pronósticos para la próxima década, indican una amenaza grave y específica para los países de África al Sur del Sahara, Asia meridional, demás zonas afectadas por conflictos y con un elevado grado de exposición a las inundaciones. Estas son las regiones donde se concentra la mayor parte de la población pobre.

A las puertas de un desastre económico mundial, donde la covid-19 sigue propagándose sin una respuesta adecuada, los efectos acumulativos de la tríada (pandemiaconflictos armadoscambio climático) se cobrarán un alto costo humano y económico hasta bien avanzado el futuro. Este desastre se hará sentir, a decir de las últimas investigaciones, en la mayoría de los países hasta 2030.

Así las cosas, la urgencia apunta a la adopción de medidas políticas rápidas, significativas y sustanciales que tracen la ruta en el surgimiento del modelo económico postcapitalista, cuya visión holística asegure una nueva relación social de producción, centrada en la satisfacción de las necesidades básicas de las clases sociales. A fin de cuentas, la historia reciente confirma que actuar sin dilación y de forma colectiva plantea una ventaja que puede ayudar a enfrentar esta enorme crisis.

 

Elio Córdova Zerpa


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