En Washington DC están desplegados 25 mil efectivos de la Guardia Nacional para la seguridad de la toma de posesión de Joe Biden; pero lo curioso de todo esto, es que la inteligencia de EE.UU. no está del todo segura de quienes están encargados de cuidar que no pase nada este miércoles.
Agencias como el FBI están analizando el perfil de cada uno de los soldados, temiendo que pueda haber un lobo solitario aturdido por las tramas de conspiración sembradas por Trump, y que amenace con empeñar la ceremonia de cambio de gobierno.
El Pentágono confía en sus hombres, pero la inteligencia no quiere dejar nada al azar. Aunque el trabajo de la seguridad es complejo, se basa en una máxima sencilla: es mejor prevenir que lamentar.
Esta conjetura de presunta “amenaza interna” se ha convertido en una obsesión peligrosa, ya que se sospecha de todos y de lo peor. Y ahora tienen 25 mil razones.
Tensión antes de la posesión
Los organismos de inteligencia antes de la toma del Congreso venían advirtiendo el peligro de manifestaciones violentas. Y todavía, en vísperas del 20 de enero, esas amenazas siguen latentes.
Este lunes se registraron varias movilizaciones de personas armadas a los distintos capitolios estadales, una escena que se va haciendo dramáticamente cotidiana en el paisaje de la democracia estadounidense, en donde los ciudadanos pueden elegir directamente el arma que compran pero no a su Presidente.
En medio de esta atmósfera de sospechar de todos, y de temer incluso la sublevación de alguna unidad militar “desapercibidamente radicalizada”, ha surgido otra trama como parte de ese deporte muy estadounidense de crear conspiraciones con la que buscan complacer sus inquietudes excepcionales.
La mano rusa
Las 2 señoras del partido Demócrata, Hillary Clinton y Nancy Pelosi ahora sospechan que la toma del Capitolio fue una operación de Rusia; un regalo de Trump a Putin como agradecimiento a una serie de favores recibidos que insinúan con un halo burdo de misterio.
En este contexto, medios de ese país deslizaron la versión de que uno de los tomistas del Congreso robó la computadora portátil de Pelosi y se la ofreció a la inteligencia rusa, como si los agentes de Moscú anunciaran su interés por información clasificada en avisos de internet o en algún bazar de los EE.UU.
