El Papa Francisco considera que el pueblo venezolano es víctima de la «arrogancia de los poderosos«. Así se lee en una carta que le hizo llegar al cardenal Baltazar Porras Cardozo, Administrador Apostólico de Caracas.
En la misiva, el sumo pontífice mostró una vez más su empatía con el pueblo venezolano, víctima en los últimos años de una grave crisis inducida y ahora más cruel por la pandemia de covid-19.
“Que Dios te siga dando fortaleza y parresia para que con corazón de padre sepas acompañar y reconfortar a Su Santo pueblo fiel; probado por el sufrimiento causado por la pandemia, la arrogancia de los poderosos y la creciente pobreza que lo estrangula”, expresa el Pontífice.
Los efectos de la arrogancia de los poderosos
Para nadie es un secreto la difícil situación de atraviesa la nación suramericana. En los últimos años ha prevalecido una agresiva política intervencionista que ha motorizado desde Washington numerosos ataques.
Es precisamente, la nación más poderosa del mundo la que ejecuta el robo de más de 116 mil millones de dólares en recursos financieros de esa nación caribeña; lo mismo que la ejecución de incursiones mercenarias armadas a territorio venezolano. Además de un poderoso cerco económico que ha disminuido la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas que hacen vida en el país suramericano.
Una felicitación fuera de lugar
Sin embargo, en la comunicación la máxima autoridad de la iglesia católica en el mundo felicitó al purpurado venezolano a pesar que muy poco o nada hace para aliviar la condición de apremio de parte de su feligresía.
Por el contrario, la Conferencia Episcopal Venezolana ha acompañado activamente a quienes desde los espacios de poder avanzan su maldad con el pueblo.
El Papa Francisco, no obstante, siempre se ha mostrado dispuesto a abonar en la consecución de acuerdos entre los distintos sectores políticos adversos. Incluso designó un intermediario en una de las rondas de diálogo activadas por el presidente Nicolás Maduro.
En una carta fechada 5 de mayo de 2017, el Papa pidió a los obispos venezolanos no permitir «que los amados hijos de Venezuela se dejen vencer por la desconfianza o la desesperación». Como hoy, en ese entonces invocó bendiciones a la patrona de Venezuela Nuestra señora de Coromoto para que «derrame los abundantes dones pascuales de la paz».