Pandemia capitalista | Por: Roberto Hernández Montoya
El terreno más fértil del coronavirus es el capitalismo. Más de dos millones de muertes son el cuerpo del delito. Dejadas a sus medios privados, millones de víctimas enfrentan terapias que no pueden pagar. Ni hablar de salud pública. Sálvese quien pueda.
El capitalismo desarrolla vacunas pero sobre todo una riña macabra para venderlas, extorsionando al retrasar entregas, patentes secretas, compitiendo deslealmente y perversidades que improvisa minuto a segundo.
Piratea recursos, mascarillas, medicinas y el gobierno de Jeanine Áñez compró auxilios respiratorios con sobreprecio.
Da prioridad al capital privado por encima de la vida, abriendo negocios de modo suicida al expandir el contagio. Para priorizar el capital privado adopta el negacionismo y desdeña la ciencia, pretendiendo que es solo una gripezinha y que temerle es hacer del Brasil “un país de maricas”, como declamó Bolsonaro, el suplente de Trump. Este a su vez prescribió inyectar detergente contra el virus. Y montó lo que luce como una patraña de que enfermó con el virus y se curó portentosamente en cuatro días, con 74 años y sobrepeso. Dime.
Carece de relevancia si el capitalismo produjo el virus adrede o no, porque es peor: optimiza las condiciones para el desarrollo de ébola, chikungunya, sida, vacas locas, covid-19…
“La riqueza colectiva de los multimillonarios aumentó a 3,9 billones de dólares entre el 18 de marzo y el 31 de diciembre de 2020” (Misión Verdad).
Negar vacunas a minorías venezolanas, palestinas o afrodescendientes es la confluencia explosiva de dos imbecilidades: el capitalismo y su hijo el racismo, porque si una parte de la población sigue contagiable, toda la población lo es. “Si te cuidas me cuidas, si me cuido te cuido”, o sea, socialismo. Pero afrodescendientes y pobres no son gente para el capital y el racismo y por tanto “piensa” que no pueden contaminarse ni contaminar. Quien deshumaniza se deshumaniza.
El Imperio del capital refuerza los bloqueos para aprovechar la pandemia. Ya ves: es el capital el que no es gente.
Venezuela y Cuba mantienen a raya el virus y en lugar de imitarlas las silencian.
El capitalismo está desesperado, es decir, en desbandada histérica, complemento genial del virus.
ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA
Pandemia capitalista | Por: Roberto Hernández Montoya
Publicado en ÚN.