Las masacres siguen siendo una terrible historia cotidiana en Colombia que ya se lee con resignación. El episodio más reciente de esta recia tradición de muerte pasó en el Departamento de Córdoba, en el noroccidente del país.
En el suceso mataron a 4 personas, entre ellas el campesino Eduardo Olea, identificado así por el periodista Juan Camilo Caicedo en su cuenta de Twitter.
Esto viene a suceder como una inoportuna coincidencia con el discurso del Presidente Duque ante la ONU, quien se comprometió en la defensa de los derechos humanos; lo cual supuestamente ha elevado a nivel de mandamiento ético del Estado.
Esta última masacre sucedió específicamente en el corregimiento de Versalles de la localidad de San José de Uré, en Córdoba.
«Homicidios colectivos»
De acuerdo a la organización defensora de los DD.HH., Indepaz, la estadística de las masacres en Colombia pasó de 60 solo este año. El drama de estos crímenes se ha convertido en exigencia reciente de las protestas populares que denuncian el incremento de la violencia y la impunidad en un país al que le sobran problemas y le falta justicia.
El gobierno de Duque ante el panorama abrumador causado por estas masacres, solo se le ocurrió para no dejarlas de mencionar, llamarlas como “homicidios colectivos”; un eufemismo que recrea su vocación política para maquillar la verdad de una situación dramática.
Exterminio de exguerrilleros
Adicional a esta masacre, otro exguerrillero desmovilizado y signatario del acuerdo de Paz de 2016 fue asesinado. Se trata de Nelson David Sánchez Segura, muerto en el distrito de Tumaco.
De acuerdo a la reseña de fuentes locales, el excombatiente fue muerto con dos impactos de bala en la cabeza.
Con el asesinato de Sánchez Segura, la cifra de los desmovilizados acribillados por grupos criminales y presuntos paramilitares ya es de 229, un colectivo que trágicamente conoció de la paz el nicho de los cementerios.
