La oposición en Brasil está buscando unirse frente a un propósito común: destituir a Bolsonaro. 9 organizaciones políticas convocaron a una reunión virtual para ver cómo se ponen de acuerdo para hacer posible ese objetivo.
Lo más urgente es la pandemia. Más de 330 mil fallecidos a causa de la enfermedad preocupa a la clase política, esa a la que si bien le sobran razones para no ponerse de acuerdo, se aferran a ésta como la oportunidad más potente para resolver un problema que los amenaza a todos.
Los convocados fueron: El Partido de los Trabajadores, Partido Comunista de Brasil, Unidad Popular, Socialismo y Libertad, Red de Sustentabilidad, Partido Verde, Partido Demócrata Trabalhista, Ciudadanía y Partido Socialista Brasileño, una verdadera concertación de lo que más detesta Bolsonaro: la izquierda.
Todas estas organizaciones buscan gestionar en un solo frente las solicitudes de destitución en contra del Presidente, que son muchas pero ninguna efectiva para ser tanteada en el Congreso.
¿Se unirá la oposición?
Grupos religiosos evangélicos y partidos de la derecha también han suscrito peticiones de juicio político, pero el Legislativo parece que solo utilizó este “comodín” para destronar a Dilma Rousseff y abrirle el camino a la derecha más radical para desmontar en poco tiempo lo logrado en más de 10 años de gobierno progresista.
La interrogante que queda colgada en el ambiente es si la oposición a Bolsonaro conseguirá unirse, de si la izquierda podrá al menos administrar sus diferencias para convertirse otra vez en una alternativa real de poder.
Porque la lección que siempre dan las derechas es que a pesar de los desastres que generan, tienen muy claro su propósito político y corporativo de juntarse para que no se les cuelen “los comunistas”.
La gran razón
La pandemia está sirviendo lamentablemente la plataforma excepcional para unirse y destituir a Bolsonaro. El presidente ha convertido a Brasil en una fosa enorme en donde ya han sepultado a más de 330 mil personas en un año.
Un saldo lamentable que no tiene para salir luego a decirle que los engañó cuando aseguró que el virus era por lo menos una “gripecita”.
La crisis sanitaria ha sido de tal envergadura en Brasil, que el carrusel de 4 ministros de salud en un año es una anécdota venial.
Por las cosas que han pasado por no hacer nada, el país sudamericano es el segundo con más fallecidos; y se intercala con la India en el segundo puesto de más contagios.
Al dejar que el virus circule sin contención, se han generado linajes más agresivos de la enfermedad. Estas tienen colapsadas al sistema sanitario y están circulando en el resto de un continente que apenas superaba la primera parte de la pandemia.
En Brasil no son pocos los que consideran que tan peligrosa como la enfermedad es Bolsonaro. El mandatario sigue haciendo un enorme daño a la población en lo que parece una deliberada operación de no hacer nada y que tiene todas las características de un genocidio.
