Un informe de la ONU determina que en la actualidad hay más de 34 millones de personas “en situación de inseguridad alimentaria aguda”.
Pero la situación de este volumen de seres humanos es más precario, porque tanto el Programa Mundial de Alimentos y la FAO alertan que si no se actúa a tiempo pasará a estar en un nivel de “hambre crónica”, un umbral más bajo para estar peor.
El estudio de ambos organismos de las Naciones Unidas señala que este cuadro dramático sucede esencialmente en países africanos. El documento advierte la situación vulnerable en zonas de la República Centroafricana, Sahel Central, Etiopía, norte de Nigeria, Mozambique, Somalia, Sudán del Sur y Sudán.
Al mismo tiempo esta pandemia de hambre aguda que sufren más de 34 millones de personas se revela en naciones de oriente medio como Afganistán y Yemen.
El problema que cruza a todas estos países como una mala casualidad es la de las distintas formas de violencia que tienen como rehén a la población.
Pero detrás de esta lista de territorios abrumados por la hambruna pudieran añadirse una veintena más. El informe advierte que el cambio climático, las plagas de langosta y la pandemia se han combinado para configurar esa terrible sensación de que todavía sobran metros de caída libre para tocar fondo.
Y la pandemia también
La crisis sanitaria maximiza problemas económicos como pérdida de empleo, recesión, encarecimiento de alimentos o escasez. Al miedo al contagio, se sobrepone a veces el terror de morir antes por hambre.
Esta situación ha generado dificultades en muchos países para cumplir las medidas de confinamiento de la población. Cada vez son más los que viven de trabajos informales, y también son muchos los empleados formalizados con contratos precarios.
La pobreza derivada de la pandemia es un coletazo de la pandemia que incluso azota a los países más desarrollados. En el caso de los EE.UU. durante el primer semestre de 2020 el país perdió la misma cantidad de empleos que generó en la última década.
Pero lo que sí es cierto es que no todos perdieron con la crisis del coronavirus. Los más ricos, que son un puñado apenas, aumentaron sus fortunas hasta en un 400%.
