La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que no fue en Wuhan donde se originó el nuevo coronavirus. Para el organismo, el hecho de que los primeros casos se hayan detectado en la ciudad china no es suficiente para asegurar que fue ahí en donde surgió el virus.
De acuerdo a Mike Ryan, jefe del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, Wuhan dispone desde hace años de un sistema de vigilancia que “detecta casos de neumonía atípica”; y agregó que “el hecho de que la alarma se activara no necesariamente significa que es ahí donde la enfermedad saltó de los animales a los humanos”.
Con esta afirmación del organismo si bien no se precisa en dónde empezó la enfermedad que tiene en jaque al mundo; al menos despeja la versión de la creación artificial del virus en algún laboratorio chino como insiste en sugerir el gobierno de los Estados Unidos.
La afirmación de la OMS coincide con lo que concluyera una investigación de científicos de Europa, EE.UU. y China publicada en la revista especializada “Nature MicroBiology” en la que afirma que “el causante del covid-19 evolucionó en la naturaleza». Y añade que ésta «estuvo latente en los murciélagos durante décadas en diferentes regiones de China”.
La pandemia y la geopolítica
El coronavirus además de conmover la salud mundial, también lo ha hecho con la economía y la geopolítica
Ante el auge de China en el plano económico y tecnológico, EE.UU. aprovecha la coincidencia del primer brote en Wuhan para acusar a Beijing de “desatar la pandemia”.
Con esta teoría de oportunismo político, Trump ha potenciado la narrativa de “China como nación que amenaza la estabilidad mundial”; y a la que hay que castigar con sanciones y desprecio moral.
En este contexto Washington acusa a Baijing de que originó la tragedia que ya ha matado a más 160 mil estadounidenses; como si estos no hubieran perecido por las complejidades del sistema de salud esencialmente privado, la subestimación de la pandemia para no afectar la economía, y la calificación política sobre el uso de mascarillas.