Si en algo parece haber conceso a nivel global, es en el papel central de la educación en el desarrollo de las sociedades, por lo que los debates en torno a su garantía y acceso ocupan el centro de las agendas de los gobiernos y los organismos multilaterales. Sobre todo, porque existen desde la época de la antigua Grecia, dos grandes visiones contra puestas; una que concibe el acceso libre y gratuito; y otra que la considera un privilegio.
En este punto y paradójicamente, los Estados Unidos que se muestran como defensores acérrimos de la libertad y defensa de los derechos humanos, han tomado la vía “rápida”, erigiendo un sistema educativo elitesco, al solo tiene acceso el 4,75% de la población total, facilitado por años, actos de corrupción, que hoy le explotan en la cara a gobierno de Trump.
El escándalo
William Rick Singer, disfrazaba sus servicios de asesoramiento para ingresar en la educación superior, a través de las empresas: The Edge College and Career Network, y la organización sin ánimo de lucro The Key (La Llave), con las que por ocho años, logró tejer una red de sobornos al personal académico para que manipulasen los exámenes de admisión, falsificasen títulos de atletismo y chantajearan a los entrenadores para poder acceder a los programas de deporte.
Con cobros que oscilaban entre 15.000 y 75.000 dólares, Singer se declaró culpable de al menos cuatro cargos: conspiración por extorsión, conspiración para lavar dinero, conspiración para defraudar a los Estados Unidos y obstrucción de la justicia.
Singer: «hay una puerta de delante por la que un estudiante puede entrar por sus propios medios y una puerta trasera [la de los ricos] donde la gente utiliza los enchufes institucionales y realiza grandes donaciones». «Yo inventé una puerta lateral que garantizaba que las familias pudiesen entrar».
Situación que deja detenidas 50 personas, entre ellos 33 padres millonarios, en los que figuran las actrices Felicity Huffman y Lori Loughlin, quienes participaron en el fraude y sobornos para que sus hijos ingresaran a algunas universidades de “élite”.
Esfuerzo pírrico
La operación denominada “Varsity Blues”, solo se ha enfocado en un pequeño número de instituciones (Yale, Stanford, Georgetown, Universidad de Texas) de las más de 4.000 de las instancias educación superior, que anualmente son señaladas por los estudiantes no admitidos como excluyentes; colocando en tela de juicio el rol del gobierno, que hasta ahora ha tratado el hecho como un caso entre privados, aislado de sus responsabilidades, dejando el futuro de millones de jovenes en manos de las empresas gestoras de servicios educativos.