La empresa aeroespacial SpaceX, del multimillonario Elon Musk, logró el primer contrato para su sistema Starshield, la versión militar de la red de satélite Starlink, al servicio de los intereses de la Fuerza Espacial de EE.UU., así lo dio a conocer el Departamento de Defensa.
A través de la red social X, Musk señaló: «Starlink debe ser una red civil, no un participante en el combate. Starshield será propiedad del gobierno de EE.UU. y estará controlada por la Fuerza Espacial del Departamento de Defensa. Este es el orden correcto de las cosas».
A pesar de la renuencia declarada de Musk a involucrarse en los combates, el nuevo contrato por un valor máximo de 70 millones de dólares, permitirá que SpaceX alquile parte de su red Starlink al Pentágono, brindando servicio a través de los mismos satélites, informó este jueves la agencia Bloomberg.
Por su parte, la portavoz de la Fuerza Espacial, Ann Stefanek, detalló que el acuerdo «proporciona a Starshield un servicio integral a través de la constelación Starlink, terminales de usuario, equipos auxiliares; así como gestión de red y otros servicios relacionados».
Contratos
Pese al contrato, SpaceX compite con otras 15 empresas para obtener nuevos contratos valorados por casi mil millones de dólares hasta 2028; mientras la Fuerza Espacial busca reutilizar los satélites de comunicaciones existentes para uso militar como parte de su programa «Órbita terrestre baja proliferada».
Cabe destacar que, el empresario ha sido duramente criticado por su postura en el conflicto de Ucrania. En particular, se le criticó por negarse a ayudar a Ucrania a atacar la Flota rusa del mar Negro en la ciudad de Sebastopol (Crimea), según el autor de una biografía del empresario, Walter Issacson.
A lo que Musk explicó que su decisión se basó en no provocar «una guerra nuclear». Asimismo, aseguró que «las sanciones estadounidenses a Rusia habían impedido que SpaceX extendiera la cobertura de Starlink a Crimea». Insistiendo en que la compañía «en realidad, no se le permite activar la conectividad al país sin autorización explícita del Gobierno de EE.UU.».
Sin embargo, también dijo que no deseaba ser «cómplice de un importante acto de guerra y de escalada del conflicto«. Por lo que sugirió que la decisión no se debió únicamente a las restricciones estadounidenses.