Muere por covid-19 político brasileño contrario a vacunación

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Un diputado brasileño que se negaba a la vacunación obligatoria contra la covid-19, murió este sábado por efecto de la pandemia.

La noticia parece ser el final absurdo para un negacionista del virus, una especie que en Brasil se propaga con la misma contagiosidad con que lo hace la peligrosa cepa local P1.

El legislador se llamaba Silvio Antonio Fávero, del Partido Social Liberal, un acólito de Bolsonaro quien tuvo al menos la virtud de ser coherente hasta la muerte.

El congresista se agravó y murió en apenas 3 días. De acuerdo a medios locales fue internado en un hospital de Cuiabá el pasado jueves y pereció el sábado.

En febrero había presentado al legislativo una propuesta para no hacer obligatoria la vacunación contra la pandemia. Argumentaba que seguía siendo incierta la afectividad de los antídotos, por lo que no se debía obligar a las personas a vacunase.

Su escepticismo lo llevó a la muerte, y su caso es el episodio absurdo de la creencia peligrosa de que la covid-19 sería una despreciable “gripezinha” de la que solo los “maricas” tienen miedo.

Fávero es la cara contraria de la prudencia, del mensaje responsable y la sensatez que transmitió recientemente Lula con su vacunación.

El expresidente cumplió con la promesa personal de hacerlo y de inspirar con ello a que más brasileños hagan igual, porque no más “estúpido” que vacunarse es no hacerlo.

Cruzados del negacionismo

La muerte de Fávero no es la única entre los cruzados del negacionismo. En enero un famoso presentador de televisión que menospreciaba la enfermedad murió a causa del virus que se encargó de despreciar por todos los medios.

Se llamaba Stanley Gusman, y era un ferviente seguidor de Bolsonaro. Como el presidente, desestimaba el uso de la mascarilla y descalificaba las medidas de confinamiento; y como como casi todos estos guerreros suicidas en contra de la enfermedad, murió a causa del virus y sin tiempo para admitir que se equivocaron.

Lo más dramático de los casos de Gusman, y recientemente el de Fávero, es que después de ellos no ha venido una reflexión sino la repetición de un mismo error: en donde las muertes por covid-19 son apenas un leve tropiezo y no la consecuencia de una convicción fatal.

 

 


 

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