En 2020 el suicidio mató a más japonés que la pandemia de covid-19. La razón potente detrás de este drama que parece una mala costumbre sería la soledad.
La crisis sanitaria obligó al país, como a casi todo el mundo, a confinarse en sus viviendas, y en ese encierro 20.919 personas se quitaron la vida abrumados por la depresión.
La cifra reveló un incremento respecto al año anterior con 750 casos más que en 2019. Al mismo tiempo este problema puso de relieve un gran problema: desde al menos 11 años Japón sufre el rigor de una pandemia que no tiene cura y que no se previene usando tapabocas.
Para abordar y resolver este problema, los japoneses, muy hábiles para concebir los inventos tecnológicos más vanguardistas han dado con una solución, que si hubiera sido la idea de un país caribeño habría resultado una enorme cursilería: Un Ministerio de la Soledad.
Aunque parezca un chiste cruel, el Primer Ministro de Japón tuvo que necesitar de mucha soledad para llegar a esta solución.
Lo que pasó en 2020 con el suicidio es preocupante. Por primera vez en 11 años aumentó la cifra, haciendo lucir a la pandemia del coronavirus como una real “gripecita” que apenas mató a 3.459 japoneses.
Las mujeres mueren más
La ola de suicidios en Japón puso de relieve otro drama dentro del drama: que más mujeres se quitaron la vida en comparación a otros años. Según los datos de las autoridades 6.976 se mataron, lo que determina un incremento de 15% respecto al 2019.
Al mismo tiempo octubre destaca con un incremento del 70% de suicidios femeninos respecto al mismo periodo del año 2019.
Mientras tanto, la incidencia del suicidio entre los hombres apenas fue un 1% menos.
Sobre este fenómeno, el Primer Ministro Suga expresó a mediados del mes de febrero que: “Las mujeres sufren más por el aislamiento y el número de suicidios atraviesa una tendencia en aumento”.
Para tratar este desafío para el que no hay vacunas en el mercado, el gobernante nipón designó a Tetsushi Sakamoto como el Ministro de la Soledad, una misión que requerirá mucho trabajo en equipo, y bastante de aquello que dijo el Papa Francisco al comienzo de la pandemia: “nadie se salva solo”.