Hay personas que se molestan cuando les asoman categorías marxistas básicas, como lucha de clases y la dialéctica contradicción capital-trabajo. En seguida, te pueden ripostar con frases hechas, como: «Eso ya está periclitado. O, la historia demuestra que el comunismo fracasó». Y así un eterno bla, bla, bla … Pero la realidad es terca, los hechos gritan de forma estridente que estamos lejos de haber «superado» los males denunciados por el genial Karl Marx, hace ya 154 años.
Cifras recientes de la organización Oxfam dejan al descubierto que el modelo neoliberal imperante en buena parte del planeta sólo tiene para exhibir «logros» lacerantes. La brecha entre quienes más tienen y aquellos condenados a una vida miserable de precariedad, no para de ensancharse cada vez más. Las diferencias son obscenas.
En este modelo neoliberal 56% de la población mundial debe sobrevivir con una cifra paupérrima de entre 2$ y $10 mensuales. Estamos hablando de más de 3.000 millones de personas. Es decir, un verdadero ejército de hombres, mujeres y niños, excluidos por completo del sistema.
Son los abandonados, los prescindibles, los nadies, como decía el escritor uruguayo, Eduardo Galeano. Para ellos no hay educación, la alimentación y la salud que reciben es pésima. Muchos son víctimas de explotación laboral y prostitución. Otros tantos vagan por las calles mendigando cualquier cosa para comer. No pocos caen en las drogas y el alcohol.
Pandemia lucrativa
Lo más triste de este mundo capitalista tan inmoral, es que una calamidad como la pandemia de covid-19, que ha representado una verdadera tragedia para cientos de familias, se haya convertido a su vez en un lucrativo negocio para un minúsculo grupo.
Los más ricos del planeta, es decir el 1% de la población mundial, acumulan 11,95 billones. En contrapartida 500 millones de personas podrían haber caído en situación de pobreza durante la crisis sanitaria de covid-19. Sin embargo, los más ricos del planeta, esto es apenas 10 personas mil millonarias, acrecentaron sus fortunas en $540 mil millones, en el mismo período.
El contraste es demasiado obvio. Pero es una cruda realidad encubierta en la «sociedad del espectáculo», que denunciaba Guy Debord en los años 60 y 70. Algunos plantean que la covid-19 supone un cambio de era, hacia nuevos procesos evolutivos de la especie humana. Pero si esta grotesca brecha no figura entre las prioridades del debate y la acción, más que evolución, habrá lamentablemente involución y extinción.
