Leopoldo López, ese pintoresco personaje de la oligarquía caraqueña, por desgracia metido a político, sale de la lucha político-partidista por la puerta de atrás con mucha pena y nada de gloria. Este sujeto, a quien desde la más tierna infancia le inculcaron que estaba ungido por una fuerza celeste, para regir los destinos de Venezuela, este fin de semana entre gallos y media noche abandonó la patria con rumbo a España. Al otro lado del océano, le esperaba su grupo familiar, hace tiempo radicado en uno de los barrios más acomodados de Madrid.
Con esta acción inesperada, el otrora líder fundador de Primero Justicia, pone fin a una carrera política, signada por el fracaso. El psiquiatra y líder psuvista, Jorge Rodríguez, ya había ofrecido un diagnóstico médico certero: trastorno narcisista de la personalidad.
Y en verdad no hace falta ser un especialista de la psiquiatría para darse cuenta que López no es normal. Su mirada desorbitada, refleja agresividad perenne. También se ha dicho reiteradas veces que esos «ojos puyúos» son el producto de la afición por sustancias prohibidas. Lo cierto es que este individuo «le comieron la cabeza» con el cuentico de que estaba llamado a ser presidente de Venezuela, por las buenas o por las malas.
Siempre a la brava
Y, desde el inicio, tomó el camino de las malas. Quizás influenciado por Rambo aquel icónico personaje del cine mediocre de Hollywood. Lo cierto es que fue actor protagónico del golpe de abril de 2002. También fue el pionero del patético formato de las guarimbas terroristas. Luego en la era Maduro, organizó el plan de La Salida y fracasó estruendosamente. Fue condenado a prisión, con las manos ensangrentadas hasta el hombro.
Y desde la cárcel con todas las comodidades que tendría un pran del narcotráfico, se dedicó a seguir conspirando contra la democracia. Entonces vendría el espantajo de la Guaidosada. Y vendría también un nuevo intento de golpe con «La operación Libertad», sin tropas ni soldados. El resultado fue un nuevo fracaso.
En realidad, Juan Guaidó, no pasa de ser un vulgar mequetrefe, la mano que mueve los hilos de este zonzo es en realidad la de López. Es decir, el presidente norteamericano, Donald Trump, es el jefe mayor de esta locura, pero detrás de Guaidó, quien habla realmente es el fracasado delirante.
Epitafio de un delirio
Con su huida a España, de la forma más cobarde posible. Este señor decreta formalmente el fracaso total del pretendido gobierno interino. A fin de cuentas el bloqueo, el interinato, el despojo de bienes de la república era el último as bajo la manga del «ungido». Y después de casi dos años de terror contra el pueblo, el guaidosismo se deshace en hilachas.
A las renuncias masivas del «gabinete» guidosista, ahora López huye de Venezuela. Y con su salida, sella la partida de defunción del G4RP (El grupo de las 4 ratas pelúas, con él a la cabeza, seguido de Guaidó, Julio Borges y Henry Ramos Allup). Aunque lo quieran poner como un triunfo, en realidad es una derrota colosal. Es el triste epitafio de un fracasado delirante con sueños de grandeza.
[VÍDEO] Hace un año, Lilian Tintori declaraba: “Leopoldo López nunca se va a ir de Venezuela” pic.twitter.com/gXonzhgg5K
— REDRADIOVE (@RedRadioVe) October 24, 2020