Atrás quedó la épica simbólica. Y aquello de: «El que se cansa pierde». Ahora con todos los lujos y comodidades en España. Leopoldo López, admite que aquel es «un gran país para luchar por la libertad«. Sobre todo porque no le falta el agüita caliente, no hay apagones, la conexión a internet es rápida y puede hablar a gusto de lo que quiera.
Con tan buena acogida en predios españoles. Y un trato tan deferente por la mediática y las cúpulas políticas, el dirigente ha encontrado, por fin, la ansiada pleitesía para la que fue criado. También ha mostrado sus dotes de poeta y escritor, lo que ratifica ahora en entrevista concedida para el diario de derecha y enconado enemigo de Venezuela EL PAÍS.
«Yo me di cuenta de lo que significaba ser libre cuando estuve preso”, con reflexiones de este tenor, López ha cautivado a la alta sociedad española. Pero ahora, aparte de filósofo y poeta, con un trastorno narcisista, el padre político e ideológico de la guarimba terrorista en Venezuela, también se revela también como el alter ego del mítico personaje de James Bond.
¿Múltiples personalidades?
Y es que, al parecer, lo aqueja el trastorno de personalidad múltiple o trastorno de identidad disociativo. De otro modo, cómo entender que en una de sus respuestas a la periodista que hace la entrevista, asegura que su fuga de la Embajada española se dio como los agentes encubiertos de la CIA en la película Argo (2012).
«Salí de allí sin colaboración de la legación diplomática, lo hice por mis propios medios y después de haber pasado un mes y medio estudiando todos los rincones, los tiempos, cómo se movía la custodia de la dictadura que estaba fuera. Y había fallos y estudié donde estaban los puntos ciegos de las cámaras en la Embajada, por dónde podía salir, cuál era el lugar más seguro. Y eso lo hice yo», aseguró López.
A la propia entrevistadora le cuesta un poco tragarse tan cinematográfica versión. Y le repregunta. Entonces López responde con más cine de acción.
«La salida no fue fácil. Sí te puedo decir que hubo episodios de mucha tensión. Tengo los gráficos para poder probar cómo fue. Lo contaré cuando todos estemos seguros y no vulnere a quienes me ayudaron. Quiero que otras personas puedan utilizar el lugar por donde salimos. No sé si vio la película Argo…», completa.
La verdad no hay mucho que añadir, si la mirada desorbitada ya lo delataba. Este tipo de divagaciones, que ofenden la inteligencia de cualquier persona, ya lo deja completamente en evidencia: Leopoldo López no está bien de la cabeza.
Guaidó no duerme tranquilo
También lanzó una suerte de ultimátum a la Unión Europea y a los EE.UU. advirtiendo que deben mantener el apoyo a Juan Guaidó, aún después de las parlamentarias del 6 de diciembre.
«Al no haber una elección legítima que pueda sustituir los resultados del 2015, la Asamblea Nacional debe continuar hasta que la haya. Por eso, sería peligroso no dar ese reconocimiento a la Asamblea en un momento en que todos estamos en clandestinidad, Guaidó no duerme ningún día en el mismo lugar y la dictadura cada vez aprieta más. Todos estamos bajo la amenaza de ir presos», señaló Leopoldo López.
Y la guinda de los desvaríos vino luego. Como en Venezuela se vota con máquinas y las máquinas son chinas, no hay garantía de los resultados.
«En Venezuela las votaciones son con máquinas electrónicas (¿?). En marzo pasado se quemaron 100 mil máquinas, no pasó nada, no hubo investigación y fueron sustituidas por unas máquinas traídas de China, a las que nadie les ha hecho una auditoría. Eso es una caja negra», completó.
Si hay una caja negra es en EE.UU. donde el resultado definitivo de las elecciones presidenciales tarda casi un mes. Y no hay CNE, sino medios para dar el veredicto. Pero esa es harina de otro costal. Lo cierto es que Leopoldo, finalmente, está viviendo su tan anhelado sueño de grandeza. Tal vez le pase como a Carlos Baute, a quien la fama siempre le fue esquiva en Venezuela, pero del lado de allá sí pudo consagrarse. Ojalá alcance el éxito y permanezca mucho tiempo donde está.