El mundo bipolar terminó hace tiempo, pero la diplomacia de los EE.UU. parece conducida por la actitud similar de 2 polos por un presidente con sus facultades cognitivas cuestionadas.
Joe Biden acumula en poco tiempo la sospecha de que es un hombre poderoso con reacciones peligrosas: primero llamó asesino a Putin, después habló con él por teléfono para cuadrar una reunión, pero luego dinamita sus mismas “buenas intenciones” firmando un nuevo paquete de sanciones contra Moscú.
El Biden halcón, la cara reaccionara del Biden “progre”, es un guerrero senil que promete ser fuerte contra la “autocracia” rusa, llevando los niveles de tensión entre ambas potencias a un límite nuevo, pero no por ello bueno.
El presidente demócrata deshizo en poco tiempo el entusiasmo de creer que volvía la sensatez a La Casa Blanca. Sus contradicciones despiertan la sospecha de que estamos ante un remake de Trump con cara de buena gente.
Pero ya son más los que cada vez contemplan a Biden, no como el Presidente de una nación poderosa, si no como un impredecible Guasón cuyo mejor plan es, no tenerlo.
Respuestas recíprocas
Con las nuevas “sanciones” estadounidenses a Rusia, Washington ordenó la expulsión de 10 funcionarios de la embajada del país eslavo. Desde Moscú le han devuelto la moneda “invitando” a 10 funcionarios de la embajada de EE.UU. a dejar el país.
El canciller ruso, Sergei Lavrov le respondió a La Casa Blanca que su país puede resistir las “sanciones”, y les dejó entrever que en respuesta pueden tomar medidas dolorosas contra los negocios estadounidenses, un recurso que por ahora prefieren seguírselo guardando como quien cuida no interrumpir a su adversario cuando se está equivocando.
En este despliegue de guerra no convencional de los EE.UU. en contra de Rusia apelando al mecanismo de las “sanciones”, el Ministerio de Exterior del país europeo le advirtió a Washington que estas no solo “están condenadas al fracaso, sino que también tendrán consecuencias perjudiciales para quienes deciden hacer tales provocaciones”.
Tradición imperialista
Con Biden en La Casa Blanca continúa la recia costumbre estadounidense de no cumplir sus pactos y de quebrar las normas internacionales para imponer sus posiciones. Un peligroso ejercicio de la fuerza que los aleja de la visión simpática de los «elegantes americanos».
Los EE.UU. cada vez más escalan las tensiones con sus adversarios abusando del control que tiene sobre la estructura financiera global, pero Rusia advirtió que no esperará demasiado para devolver el golpe, y remarcó que no debe haber dudas que “ninguna ola de sanciones quedará sin responder”.
De esta forma se viene configurando la diplomacia de Biden, un presidente del siglo XXI que se comporta como un redomado imperialista venido de un siglo XX bipolar, y que parece actuar apresuradamente para precipitar un enfrentamiento que quiere ver en vida.