Según los datos oficiales de la pandemia en Colombia, el virus ha contagiado a casi 2 millones y medio de personas, y actualmente habrían poco más de 10.500 casos activos.
Si bien el número sugiere un control relativo de la enfermedad, los medios locales describen un panorama distinto. En la ciudad de Medellín, por ejemplo, los hospitales y clínicas informan que están a tope.
Los directores de centros asistenciales confirman que ya no hay camas de UCI disponibles y han pedido que no les sean remitidos nuevos casos ya que no hay dónde atenderlos.
Por estos casos que describen algunos hospitales de las ciudades más importantes de Colombia es que surge la inquietud de ver con cuidado los números oficiales.
Otro dato importante en el panorama de la pandemia en Colombia es la cifra de 64.524 fallecidos, una estadística que comparada con la de EE.UU. o Brasil resulta un “daño colateral” menor; pero si se ve en el plano regional, es el segundo saldo mortal más alto después de Brasil.
La situación parece más grave
A pesar del colapso de los hospitales en las ciudades más grandes de la nación neogranadina, así como el tope de sus fallecidos, el gobierno del país orienta sus energías a la solución mágica de las vacunas, un proceso que avanza más lento de lo esperado y con la chapucería de inyecciones vacías para algunos incautos.
Según los datos oficiales, se ha inyectado al 5% de la población, pero una vez trascendido el caso de las vacunaciones falsas a algunos pacientes, hay muchas razones para creer que ese número esté hinchado con algo de “aire”.
Otro indicio que sugiere que el drama de la pandemia es mayor en Colombia, es que buena parte de los casos importados en Venezuela provienen de ese país. Personas que van y vienen por los caminos irregulares, además de traerse el desencanto de la migración, se vienen con la enfermedad.
