Las universidades autónomas del país siempre han estado al servicio de las élites nacionales. Desde su origen, se dedicaron a generar instrumentos de exclusión a la población explotada. Estuvo conformada por un 70 % de estudiantes de las clases altas, 25% de las clases medias y un 5% de la clase explotada, a través de mecanismos que garantizarán dicha estratificación.
Fieles a su razón de ser, con la llegada de la Revolución Bolivariana, se convirtieron en enemigas de este proyecto político y más aún de la creación de universidades que abrieron las puertas al pueblo, eliminando de raíz aquella tragedia llamada “población flotante”, con la espera eterna de jóvenes que llegaron a la tercera edad con el sueño de prepararse en los espacios académicos, sin alcanzarlo.
«Libertad» y «democracia» a conveniencia
Las exigencias de la “meritocracia” (como se hacen llamar quienes defienden sus privilegios en los espacios académicos) hacia la Revolución son “libertad”, “democracia” o el recordado “elecciones ya”. Sin embargo, cuando se hace una revisión a lo interno de estas universidades se puede encontrar:
*Autoridades enquistadas en el poder durante décadas: Cecilia Arocha (Rectora de la Universidad Central de Venezuela (UCV) electa por el período 2008-2012, separada de sus funciones temporalmente por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en 2019), Mario Bonucci (Rector de la Universidad de Los Andes (ULA) electo para el período 2008-2012, aún se mantiene en el cargo), Jorge Palencia (Rector de La Universidad del Zulia (LUZ) electo para el período 2008-2012, aún en ejercicio), Jessy Divo de Romero (Rectora de la Universidad de Carabobo (UC) para el período 2008-2012, aún sigue en el cargo).
*Sistema electoral excluyente: los votos profesorales valen 50%, los estudiantiles 30%, los egresados 10% y los empleados y obreros 10%.
*Liderazgos estudiantiles dedicados al paramilitarismo y la violencia callejera con las guarimbas: casos como Gabriela Arellano, Nixon Moreno, Pizarro, Requesen, entre otros; algunos de ellos graduados con procedimientos ilegales, pues nunca se les vio entrar a un salón de clase en sus tiempos de “estudiantes”.
A elecciones en 6 meses
La Sala Constitucional del TSJ ordenó la celebración de elecciones de las autoridades de la UCV y estableció las pautas para efectuar las elecciones de las autoridades universitarias del resto del país con el período académico vencido, en un plazo de seis meses, a través de la sentencia 0324-2019.
Esto ha generado reacciones de las autoridades cuyos cargos se ponen en peligro, demostrando su doble moral ante el tema electoral y el ejercicio de la democracia.
Las autoridades que exigen “democracia” y elecciones (siempre antes del tiempo establecido constitucionalmente) al gobierno nacional, llevan más de 11 años enquistados al poder de las universidades autónomas y se niegan a abrir el espacio a las elecciones que tienen 7 años de retraso para dar paso a nuevas autoridades.