No es sencillo intentar resumir un aspecto de la vida de un hombre que trascendió sus propias posibilidades y que, en medio de un contexto histórico, sumado a una personalidad impresionante movida principalmente por la convicción, el amor, la voluntad de poder y la decisión; resquebrajó los cimientos de la historia ubicándola en un antes y un después a partir de su propia acción movida en todo momento por un fuego colectivo.
Más cuando se trata de un aspecto que constituye la columna vertebral de las acciones humanas y que marcan el camino hacia el cual van orientadas, hablamos en este caso de la ética. Sin embargo, al tratarse del Comandante Hugo Chávez, se vislumbra claridad en el camino, como resultado de la coherencia que lo constituyó a lo largo de su vida.
Así lo plantea Pérez Arcay, su maestro, quien asegura que desde muy temprano Chávez se fijó metas para estar a la altura del proyecto histórico de Simón Bolívar “Estamos ciertos que de Capitán, Hugo Chávez ya había fijado su destino y en su Proyecto de vida ya estaba lanzado al porvenir con una poderosa progresión de entusiasmo, entonces era presa de la angustia por el conocimiento para los mil interrogantes que se planteaba; de allí su avidez por conseguir maestros y libros; no era poca cosa colocarse en el camino de los acontecimientos que había dejado Bolívar para realizar el sueño unionista”.
Para dar cuenta de la ética en Hugo Chávez, repasaremos algunos momentos de la historia en los que se ponen de manifiesto los valores que definían su personalidad y que estaban inmersos en el proyecto histórico que impulsó.
En primer lugar, el juramento en el Samán de Güere el 17 de diciembre de 1982, cuando junto a 3 compañeros de la academia militar, recordando a Bolívar y Martí juraron liberar a Venezuela de la opresión:
“Lo repetimos aquel día, y ahí comenzó el discurso “¿Cómo no va a tener Bolívar que hacer en América con tanta miseria, con tanta pobreza y desigualdad?” Por ahí me fui (…) Nos fuimos al Samán de Güere y lanzamos el juramento aquel. Esa misma tarde nació el Ejército Bolivariano Revolucionario (…) Diez años después, vino la Rebelión Bolivariana del 4 de febrero, parte de todo ese proceso que brotó del fondo de la tierra y de la historia venezolana; todo eso de Bolívar, de Martí”.
Se reflejan a partir de este juramento, los valores éticos que acompañarán la acción del Comandante Chávez a lo largo de su vida y sin vacilación: el compromiso colectivo, el sacrificio, el respeto y defensa de la identidad nacional, el liderazgo, el desprecio a las injusticias.
Posteriormente, un hecho definitorio de las situaciones históricas que vendrían para Venezuela, el 4 de febrero de 1992 al conocerse el desenlace de la insurrección militar, el Comandante Chávez se dirige al país, y con palabra incólume manifiesta:
“(…) Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra (…) Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias”.
El 4 de febrero de 1992 contiene muchos significados desde la perspectiva ética del Comandante Chávez. 10 años pasaron del juramento ante el Samán de Güere y ya se estaba concretando la acción de un movimiento militar Bolivariano para hacer tangible aquel compromiso de 1982. Es decir, el pensamiento y la acción de Chávez son una sola columna.
Por otra parte, el valor de la responsabilidad. Asumir ante el país y sus compañeros la responsabilidad del movimiento de insurrección sin importar las consecuencias individuales, significó indiscutiblemente una conexión directa con el pueblo venezolano que estaba a la espera de una transformación estructural en Venezuela y que estaba también acostumbrado a una casta política que “gobernaba” de espaldas al pueblo y no daba cuenta de las acciones realizadas. En ese momento nace Hugo Chávez como referente y líder de la Revolución Bolivariana.
Luego, el paso por la cárcel de Yare junto con otros de sus compañeros, no implicó para Chávez el detenimiento de la lucha. Al contrario, fue dedicado al debate, a la organización política, al estudio y al perfeccionamiento del proyecto de gobierno al que estaba destinado de manera irreductible.
De ese tiempo nace “El libro Azul”, fundamento filosófico de la Revolución Bolivariana que contiene la proyección de acciones a corto, mediano y largo plazo, sostenido en tres raíces históricas: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora.
El 2 de febrero del año 2000, durante la toma de posesión como presidente de la República, realiza una reflexión en la que se refleja la prioridad que otorga el Comandante Chávez a los valores morales de la sociedad, y en este sentido se refiere a la más grandes de las crisis que desde su concepción atravesaba el país:
“Yo hago un llamado a todos los venezolanos para que hagamos ese acto individual y colectivo: ya basta. Aquella crisis moral de los años setenta fue la gran crisis y esa es la crisis más profunda que todavía tenemos, ese es el cáncer más terrible que todavía tenemos allí presente en todo el cuerpo de la República, esa es la raíz de todas las crisis y de toda esta gran catástrofe, mientras no curemos ese mal seguiremos hundiéndonos en la catástrofe, aunque el petróleo llegue de nuevo ¡ojalá que no! a 40 dólares el barril, no lo queremos, no queremos que llegue a 40 dólares el barril, pero aunque llegara y aunque lloviesen petrodólares y mucho dinero, igual sería como un alivio momentáneo, pero igual nos seguiríamos hundiendo un poco más allá, en un pantano ético y moral”.
En esta reflexión denota el carácter esencial que fija Chávez a las bases que sostienen un proyecto político nuevo, en este caso el Proyecto Nacional Simón Bolívar, que debe construirse entonces en la base de nuevos valores éticos, pues se trata de la fundación de una nueva sociedad.
A este aspecto se refieren esencialmente las reflexiones que otorgó a la juventud el 25 de junio de 2009, en el Aló Teórico número 3, donde con especial dedicación conversó sobre los valores que debe tener el partido revolucionario y la militancia revolucionaria. Además esta reflexión al ser destinada a la juventud, habla a su vez de la fé en este sector al que convoca al estudio y acción permanente.
“Necesario es que unamos, cada uno, el entusiasmo militante, este entusiasmo explosivo, con la conciencia militante. Conciencia con entusiasmo; el espíritu con la mente y con la voluntad para que cada uno de ustedes sea un portador, un difusor, un constructor del socialismo, que es la alternativa para la salvación de la patria y para la construcción de la patria de ustedes, de los hijos que ustedes tienen o tendrán. Sólo a través del socialismo tendremos patria”.
Se trata en lo concreto de luchar contra los valores del capitalismo y construir los valores del Socialismo en los que el colectivo está antes que lo individual, donde el amor y la solidaridad importan más que el dinero.
Se trata de una lucha compleja contra una sociedad construida desde hace varios siglos sobre el subyugamiento de la esencia humana, sobre la base de la explotación y del sálvese quien pueda. Más allá de una simple retórica, es un alerta para tener claridad en el horizonte que nos ha convocado a esta batalla, frente a los enemigos de siempre que hoy se manifiestan con distintos trajes, uno de ellos que convoca a la banalidad, a la soberbia, al lucro, a la ostentación. Estos valores del capitalismo pretenden amenazar el tránsito victorioso de la Revolución Bolivariana.
Las palabras y el ejemplo del Comandante Chávez son el Sur que nos convoca a continuar venciendo las barreras impuestas por la vieja sociedad: “Ustedes están en una sociedad bombardeada por los valores perversos del capitalismo. Den la batalla cultural todos los días; es la batalla del amor contra el odio. Es decir, el capitalismo tiene sus valores —son valores negativos—, y el socialismo tiene sus valores, que son valores sublimes. El capitalismo proyecta el individualismo y, por tanto, la división de la sociedad.»
«Nosotros, los socialistas, debemos ser portadores del amor, de la vida del cuerpo colectivo, de la mente colectiva, de la solidaridad, del compromiso social, de la conciencia del deber social; y ustedes, muchachos, deben ser mucho mejor que nosotros, mil veces mejor que nosotros, el ejemplo de verdaderos revolucionarios socialistas (…) lo colectivo debe estar por encima de lo individual, que no haya egoísmo en ustedes, que no haya ambiciones bastardas, que no haya la ambición del lucro material, de la riqueza material, que lo que lleva es a la corrupción, indudable e inevitablemente. Despréndanse de ustedes mismos”.