«La derecha siempre puede ser peor». Es el nuevo mantra de los venezolanos, víctimas en pleno siglo XXI de una generación de políticos incapaz de captar el voto de las mayorías. A la que se le ocurrió la maravillosa ideas de empeñar el país, autoproclamarse gobierno y robar bienes y activos en nombre la libertad. Una fórmula que parece ser tan efectiva para la desestabilización, que resultó exportable a otras latitudes (Bielorrusia) donde los gobiernos legítimamente electos les son incómodos a los intereses de las grandes potencias.
En ese orden ideas de superación de sus miserias, la “dirigencia” opositora que ha recibido cientos de millones de dólares, ha optado por usar las redes sociales para realizar colectas de dinero y ofrecer ayudas a personas con afecciones de salud. Una muestra más de que no son gobierno y de que no pretenden usar sus fondos para otra cosa que no sea mejorar su imagen y atentar contra el país.
El bloqueador ¿bloqueado?
El mismo personaje que promueve las sanciones que mantienen a Venezuela bloqueada y sin posibilidades de acceder a bienes y servicios que garanticen las calidad de vida de sus ciudadanos, denuncia que le bloquearon los medios para hacer efectivo el pago de un bono a los trabajadores de la salud; “beneficio” que prometió hace más de 3 meses y que se ha alargado más que su “interinato” y la supuesta ayuda humanitaria.
Nuevos escenarios: voto rebelde
La llegada de un nuevo escenario electoral vuelve a poner a prueba las alianzas tácticas y estratégicas de los diferentes sectores de la política venezolana. Un Juan Guaidó disminuido, busca desesperadamente el apoyo de los políticos de derecha que confinó por más de un año. Mientras el chavismo se prepara para demostrar la fuerza acumulada del partido más grande del país; en medio de reclamos de protagonismo de algunas organizaciones e individualidades que, tras divisiones internas, decidieron participar fuera de la alianza del gran polo patriótico.
La unidad programática asume el protagonismo, por un lado la derecha no logra encauzar una ruta democrática unitaria que los acerque a sus objetivos e insiste en hacer pagar al pueblo, y por otro lado, la vieja izquierda se muestra incómoda con del gobierno de Nicolás Maduro, a pesar que este ha logrado mitigar la crisis, en medio del asedio y el bloqueo sistemático.
Lejos de desarrollarse ordinariamente, las elecciones parlamentarias prometen reconfigurar el mapa político-partidista y por ende las relaciones de poder a lo interno de la nación. Los nuevos parlamentarios, además, tienen la tarea de arrebatar la supuesta legitimidad que da ese espacio a la conspiración contra la soberanía y la paz; convirtiendo el ejercicio del voto en un acto de rebeldía contra el pitiyanquismo y el divisionismo.
