La derecha siempre ha defendido sus intereses de clase. Salvo cuando priva algún evento electoral cercano, este sector político se encarga de abogar públicamente por la defensa de la clase a la que pertenece: la burguesía. De esta misma manera, menosprecia a la clase trabajadora, dando a conocer su posición para no mezclarse con las masas populares.
En Venezuela, manifestaciones de lo anterior son notorias en varios capítulos de la historia reciente. Uno de los más recordados sucedió en 2015, cuando Henrique Capriles Radonsky de Primero Justicia, estableció claramente su papel durante el 1 de mayo de ese año cuando manifestó: «yo soy un empleador».
De esta manera, aclaraba el hecho de no pertenecer a la clase trabajadora y que por lo tanto, no le correspondía manifestarse.
Por su parte, María Corina Machado, de la organización política Vente Venezuela, también hace gala de su conciencia de clase burguesa, al menospreciar a través de palabras y gestos el trabajo de la economía informal: «de buhoneros a empresarios».
Por su parte, el exgobernador zuliano, Manuel Rosales, en el año 2006 durante la campaña electoral contra Chávez ofreció como medida populista, la tarjeta de débito denominada «Mi negra». Demostrando igualmente el desprecio que siente por el pueblo trabajador, que solo le es útil en eventos electorales.
Por esta misma razón, el opositor Juan Guaidó recientemente ofreció con «benevolencia» a los profesionales de la salud del país un «salario» de $100 dólares producto de la riqueza robada al país en complicidad con EE.UU., mientras decidió secretamente pagarse a sí mismo y a los diputados de su facción un salario mensual de $5.000 dólares del mismo saqueo contra la nación.
Es el carácter de la derecha, un sector político que pertenece a la clase burguesa y que por tanto, para mantener su origen y poder económico, requieren conservar el yugo sobre la clase trabajadora y generadora de sus riquezas.
El primero de mayo es una fecha que pertenece a las trabajadoras y trabajadores del mundo que viven en condiciones de explotación. El desprecio y el control parasitario de los medios de producción son la fuerza de la burguesía para mantener su dominación de clase.