Históricamente, desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder político en Venezuela, la derecha ha sido consecuente en sus estrategias mediadas por la violencia (una de ellas, las conocidas guarimbas), con el abandono de las vías legales para asumir su posición de actor en el tablero político nacional.
Durante el año 2002, dos acontecimientos importantes marcaron lo que vendría a determinar una acción sistemática por parte de este sector: el golpe de Estado en abril de 2002 (con el quiebre del orden Constitucional); y el golpe petrolero en diciembre del mismo año que golpeó la capacidad del pueblo venezolano de resolver asuntos cotidianos como la alimentación y la salud.
Estos hechos también generaron la pérdida de aproximadamente 3.500 millones de dólares para el Estado venezolano, con lo que se contrajo el Producto Interno Bruto (PIB) en más de 9%.
Las llamadas «guarimbas», en 2014 y 2017 como un intento de reproducir la denominada «revolución de colores» que produjo efectos en Ucrania; acrecentó la violencia en las calles con un saldo de personas asesinadas y actos de fascismo exacerbado (como la quema de Orlando Figuera porque «parecía chavista»).
Asimismo, las guarimbas provocaron la destrucción de transporte público, instituciones del Estado o espacios comunes; todos intentos de deslegitimar la realización o resultados de procesos electorales en el país.
¿Cuáles han sido los resultados de esta estrategia?
Para los propósitos de la derecha, esta estrategia no ha tenido ningún resultado. No han logrado sacar a la Revolución Bolivariana del poder político en Venezuela.
Las guarimbas han sido rechazadas por un 80% de la población nacional, sobre todo en el año 2017 cuando sucedió el terrible caso de Orlando Figuera que causó conmoción en la opinión pública nacional e internacional.
Grandes sectores de la población que adversan al gobierno del presidente Nicolás Maduro, también niegan la violencia como vía para alcanzar los objetivos.
A pesar de este rechazo, sectores de la derecha insisten en continuar por ese camino. Por otra parte, un 84% de los venezolanos y venezolanas apuesta al diálogo, según sondeo de opinión de Hinterlaces.
Sin embargo, la derecha se mueve entre dos aguas: las órdenes del gobierno de EE.UU. concretada en la acción de sus operadores políticos en el país; y quienes apuestan a entrar al juego democrático que son apartados por la anterior.
Las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre no son la excepción. Las recientes «protestas» iniciadas y promovidas por Voluntad Popular en Yaracuy parecen ser el inicio de una nueva escalada de violencia. Estos hechos reiterados y el desechar la opinión de sus propios seguidores, ha llevado a la debacle a la dirigencia opositora.
Rechazo a dirigencia opositora
Entre el 29 de enero y 12 febrero del presente año, la encuestadora Hinterlaces realizó un estudio en el que se reflejan los altos índices de rechazo por parte de la población venezolana a la dirigencia opositora. La misma fue realizada a través de entrevistas y contactos telefónicos en los que se presenta una serie de líderes de la oposición para conocer la percepción favorable o desfavorable de la población respecto a cada uno de ellos.
Los resultados fueron los siguientes:
- Julio Borges: 2% de la población manifestó que no lo conoce. 76% manifiesta tener una percepción desfavorable y 21% asumió una posición favorable. 3% no emitió opinión.
- Henry Ramos Allup: 3% aseguró no conocerlo. 73% emitió una opinión desfavorable y 21% favorable. 3% No sabe, no contesta.
- Henry Falcón: 4% no lo conoce. 70% emitió una posición desfavorable y 23% favorable. 3% no sabe, no responde.
- Leopoldo López: 1% afirmó que no lo conoce, 64% de los encuestados tiene una percepción desfavorable y 32% opinó de manera favorable. 3% no sabe, no responde.
- Henrique Capriles: 1% no lo conoce, 64% lo califica con opinión desfavorable y 33% de manera favorable. 2% no emitió opinión.
- María Corina Machado: 3% no la conoce, 58% de manera desfavorable y 36% favorable. 3% no sabe, no contesta.
- Juan Guaidó: 1% manifestó que no lo conoce. 59% lo evaluó con una opinión desfavorable y 37% favorable. 3% dijo no tener opinión.
El estudio fue aplicado a personas naturales mayores de 18 años, de sexo femenino y masculino, pertenecientes a los estratos socioeconómicos A,B, C y D.
Rechazo a la opinión pública
De esta manera se evidencia la escasa comprensión del contexto político por parte de la derecha venezolana. Es un sector que no ha sabido interpretar el ejercicio de la democracia participativa y protagónica en el país y que se niega a afrontar la cultura de participación forjada en más de 20 años de Revolución.
Su carácter de élite económica les lleva a desestimar la importancia de la opinión pública y siguen en la práctica de un analfabetismo social y político con el que no logran cuajar una propuesta que les permita apostar a la vía electoral.
Su mejor momento en este sentido, ocurrido en 2015 cuando ganaron la mayoría de la Asamblea Nacional, lo lanzaron al abismo desde el primer momento en que Ramos Allup gritó «te quedan seis meses Maduro». Han pasado 5 años desde entonces.