La próxima cumbre de la CELAC a celebrarse en Bruselas el próximo mes de julio, se presenta como una gran oportunidad para nuestro país y para toda la región latinoamericana. El establecimiento de una agenda larga pero precisa, estratégica pero pragmática, inclusiva, integradora, descolonizadora, para el desarrollo integral de nuestros pueblos, que irrumpa en el actual orden para situar al continente en condiciones diferentes, en capacidad de brindarle a sus hombres y mujeres mayores capacidades, tecnología, servicios, calidad en su existencia y, sobre todo, certeza del futuro ante un contexto mundial donde el cambio climático y la escalada de las guerras atentan contra el mañana.
Se trata de aprovechar todas las oportunidades posibles para dar un salto adelante. Siendo así, partamos de un principio que, más que básico, es absolutamente realista en la Venezuela de hoy: solos, mucho más, no podremos. Hay, entonces, que hacer una lectura de la coyuntura y, posteriormente, esbozar un conjunto de propuestas que sirvan para cristalizar las grandes aspiraciones arriba descritas.
En términos generales, nuestros países continúan dependiendo en gran medida de la explotación primaria, y el sector secundario parece cargar un peso agobiante que le impide su absoluto desarrollo. Esto, en principio, constituye una deuda y una deformación histórica. Hemos mostrado, como región y como país, una imposibilidad en la procura de una vinculación interproductiva interna, es decir, en lo agro-minero y lo petro-industrial, todo lo cual nos muestra con amplias deficiencias a la hora de la competitividad y la eficiencia.
Se añade que, entendido esto como bloque de países ante la posible relación con la UE y con el Norte de América, vemos también que quedan por superar algunos aspectos, como el comercial, donde los términos de intercambio constantemente van en detrimento de los países exportadores de productos primarios; el financiero, donde la contracción de la corriente financiera se ha agudizado, entre otras cosas y particularmente en algunos países, gracias a las sanciones económicas; el tecnológico, donde la brecha de desigualdad en su desarrollo y aplicabilidad se sigue profundizando, haciendo cada vez más difícil hacer escalar nuestros sistemas productivos.
Todo este cuadro muy generalizado de contracción, donde los influjos financieros se vuelven tímidos y los niveles de importación fluctúan y decaen, mientras que las condiciones y términos de intercambio se enturbian y tornan en desfavorables con la puesta en marcha de ciertas restricciones proteccionistas, se empeora con las constantes crisis y conflictos políticos, donde los golpes de cámara, las disoluciones de parlamento, el incremento de desestabilización y la disminución de la confianza, han tomado escenario en la región.
Desde este acercamiento de cuadro general, sin duda incompleto, podrían establecerse un conjunto de propuestas para discutir en la mesa de la CELAC. Como decíamos en un principio, se trata de aprovechar todas las oportunidades posibles y Bruselas, sin duda, constituye una oportunidad de oro no solo para el reencuentro intrarregional, sino para asumir una postura de bloque ante un mundo de posibilidades que se abren con la cumbre en sí.
Desde una perspectiva integracionista, de soberanía regional y de amplia proyección, debe plantearse un tratado de comercio libre y equitativo intrarregional, con el cual los países de la CELAC flexibilizarían los aranceles y otras barreras al comercio, lo que impulsaría el crecimiento económico y crearía empleos. Además, las naciones de la CELAC podrían trabajar hermanadas para llamar e incentivar la inversión en la región, proporcionando condiciones fiscales y atractivas tanto para las naciones del bloque como a los capitales a llegar.
Así mismo, siguiendo esta perspectiva integracionista, las naciones de la CELAC podrían trabajar en la construcción de plataformas conjuntas para mejorar la capacitación de sus hombres y mujeres en aspectos técnicos y científicos, de manera que los trabajadores de la región tengan las habilidades requeridas para aumentar calidad y eficiencia, elementos esenciales para competir en la economía global. Esto, de la mano con el financiamiento a la ciencia y la investigación, lo que se traduce en el desarrollo de nuevas tecnologías y productos que puedan competir en el mercado mundial.
Todo esto debe estar acompañado de un sustento material impostergable como es el de la diversificación de las economías de la región. Diversificarlas e interconectarlas profundamente, no en una lógica de competitividad anuladora, sino, por el contrario, de complementariedad edificadora que, entre otras cosas, reduzca la dependencia de la inversión y el comercio extranjero. Al igual que, dentro de los elementos impostergables, una plataforma de trabajo conjunto contra el Cambio Climático, que va desde el desarrollo de fuentes de energía renovables y la reducción de la deforestación, hasta medidas prospectivas para la adaptación a los efectos del cambio climático. Todo esto, con mucha educación para la concientización del fenómeno y la acción inmediata tanto individual como colectiva.
Son estas algunas propuestas que, lejos de querer presentarse como una receta, buscan aportar para el camino a construir. Insistimos que la CELAC y su cumbre en Bruselas es una oportunidad de lujo para el acercamiento a los gobiernos hermanos y el establecimiento de medidas económicas que nos permitan avanzar en el marco del respeto y el reconocimiento, además de establecer posturas propositivas ante la UE para el intercambio, el desarrollo y el beneficio mutuo.