La interminable novela sobre la salud y vida de Kim Jong-un volvió a terminar como siempre; con el líder norcoreano más vivo que antes.
El gobernante en el norte de la península coreana reapareció este miércoles sin señas de alguna convalecencia de enfermedad; o de haber pasado por un coma donde se debatiera su salud.
Kim presidió una reunión para evaluar los trabajos de prevención ante el tifón Bavi, que de acuerdo a autoridades meteorológicas, tocará a ese país este jueves.
Adicionalmente evaluó los indicadores de la pandemia en su país, confirmando apenas un solo caso positivo, y según medios internacionales, se trataría de un desertor que habría vuelto al país desde Corea del Sur.
Las agencias que reseñan la reaparición de Kim lo hicieron otra vez con una especie de fingida extrañeza ante una noticia que los vuelve a dejar mal.
La manía de creer en mentiras
Esta semana después de haber asegurado que esta vez sí era verdad que el líder norcoreano estaba en “coma”, ahora reseñan la noticia mencionando este detalle casi que al final de sus reportes, como si se tratara un dato menor.
A pesar de que la historia de matar a Kim Jong-un en los periódicos occidentales es una trama tan repetida que parece increíble que los editores no la pongan al menos en duda después de tanto desplante de un muerto tan vivo, la manía de matar a Kim parece un vicio lúdico que no se cura ni perdiendo muchas veces.
Pero tan increíble como la inocencia infantil de los editores de creer en la muerte de Kim, es la vocación incrédula de los lectores que parece que olvidan que han leído la misma noticia otras veces, y que siempre termina igual.
A pesar de vivir la era de la información y de ser la sociedad más enterada de todo en toda la historia, la parábola de la muerte mil veces anunciada de Kim, es que hay gente que no le interesa la verdad sino creer lo que desean.